POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 127

Sahara 2009: acabar con las ocasiones perdidas

Bernabé López García
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Autonomía negociada y el reconocimiento del hecho diferencial saharaui pueden ser una salida sin vencedores ni vencidos. Resolver el conflicto del Sahara Occidental abriría el camino hacia una refundación democrática de Marruecos y el Magreb de los pueblos.

El rey de Marruecos habló en su discurso conmemorativo de la Marcha Verde el 6 de noviembre de 2008 de lanzar “la dinámica de una regionalización avanzada y gradual” extendible a todas las regiones del país que implique una “reforma estructural de fondo”. Una promesa, prevista ya por su padre desde sus declaraciones a Le Monde en agosto de 1988 en las que hablaba de legar a su hijo un Marruecos de los länder. Promesa que llega tarde y que no tendrá sentido si se limita, como la reforma regional de 1997, a una reestructuración exclusivamente administrativa o a una mera “desconcentración” que no atribuya competencias efectivas a las regiones. Sólo desembocando en una real democratización de la sociedad se podrá dar credibilidad al sistema marroquí y abrir una vía para solucionar el problema del Sahara para el que Hassan II imaginó –sin éxito– este camino descentralizador.

Dos acontecimientos recientes –dejando a un lado las repercusiones que la elección de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos pueda suponer sobre el asunto– han irrumpido en la estancada cuestión del Sahara Occidental alterando el pesado statu quo que mantienen las dos partes en conflicto desde hace 33 años. Aunque desde la firma de los pactos de Madrid de 1975 se han sucedido guerras, planes de arreglo, proyectos de referéndum con complicados procesos de identificación, conversaciones secretas o a la luz pública entre las partes, así como mediaciones de todo género, tanto el Frente Polisario como el Reino de Marruecos no han movido un ápice sus posiciones originales: la apuesta por la…

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