POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 219

Robert M. Gates ha sido secretario de Defensa, durante los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, y director de la CIA, agencia en la que ingresó en 1966. En la actualidad es Chancellor de la prestigiosa universidad William & Mary. (Mount Vernon, 15 de diciembre 2014). GETTY

Robert Gates: ‘Creo que la OTAN seguirá siendo fuerte’

Robert Gates, ex secretario de Defensa de EEUU con Bush jr. y con Obama, conversa con el director de Política Exterior sobre el estado de la relación entre Washington y sus aliados europeos, sobre la OTAN y la guerra en Ucrania, y sobre el avance de China en el Sur Global.
José M. de Areilza Carvajal
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JMA: En el número 217 de nuestra revista publicamos su artículo La superpotencia disfuncional, y quisiera comenzar esta entrevista hablando de China. Me llama la atención en su análisis la propensión de Xi Jinping a calcular mal y su enfoque en su destino y aspiraciones personales. Si se da una segunda Administración Trump, ¿cree que existe el peligro de que veamos a un Xi Jinping más inestable?

RG: Nosotros creemos que si el presidente Donald Trump sale reelegido, su imprevisibilidad no va a ayudar. Es difícil saber qué podría decir o hacer que provoque una respuesta de los chinos. Ha hablado, por ejemplo, de imponer aranceles significativos a todas las importaciones chinas y cosas por el estilo. Por tanto, considero que cualquier acción de este tipo por parte de Estados Unidos sería preocupante.

Creo que uno de los factores que contribuyen a la posibilidad de que Xi Jinping cometa un error de cálculo es la sensación que pueda tener de que Estados Unidos está paralizado y, como no somos capaces de responder, al menos por ahora, a los acontecimientos en Ucrania con apoyo adicional, quizá haya dudas sobre si Estados Unidos apoyaría a Taiwán. Personalmente creo que una invasión de Taiwán en los próximos años es bastante improbable. Pero hay muchas otras cosas que Xi Jinping puede hacer que resultarían muy peligrosas. Por ejemplo, imponer un bloqueo a la isla. O una cuarentena para impedir que más armas de Estados Unidos vayan a Taiwán o simplemente para interrumpir el tráfico económico y comercial.

Por tanto, la percepción de parálisis en Washington podría llevar a Xi Jinping a pensar equivocadamente que saldría impune si emprende acciones más agresivas contra Taiwán,  sin llegar a una invasión, porque no se iba a dar una respuesta militar de Estados Unidos. Creo que está malinterpretando a Estados Unidos y eso  podría llevarle a cometer un error de cálculo.

Como mencioné en el artículo, los dos partidos en el Congreso y el presidente tienden a estar de acuerdo en que hay que ser duros con China. Me preocupa que Xi Jinping vea la parálisis en el Congreso con respecto a Rusia y Ucrania y crea erróneamente que eso podría darse también con las actividades de China en Asia.

 

JMA: La relación transatlántica se ha reconstruido en los últimos años y la OTAN, básicamente, ha resucitado. Ahora se suman Suecia y Finlandia. Pero ¿cuál es su futuro? Para nosotros, los europeos, es una cuestión muy apremiante, pues intentamos aprender el lenguaje del poder y llegar a ser capaces de tener nuestras propias capacidades militares, junto a la alianza de la OTAN.

RG: Por primera vez en los últimos dos años, Europa comprende que necesita una capacidad de defensa propia significativa. Y se debe a dos motivos. En primer lugar, la invasión rusa de Ucrania y la idea de que, si los rusos tienen éxito en Ucrania, Moldavia, probablemente Transnistria, será la siguiente, y luego potencialmente uno o más de los Estados bálticos. Por tanto, esa preocupación de los europeos ha jugado un papel importante en la decisión de Finlandia y Suecia de unirse a la Alianza, dada la imprevisibilidad de Putin y Rusia y su agresividad.

 

«La percepción de parálisis sobre Ucrania quizás lleve a Xi Jinping a pensar que podría salir impune de acciones más agresivas contra Taiwán»

 

El segundo factor que explica la nueva voluntad europea de invertir en defensa y seguridad es su incertidumbre sobre el futuro de Estados Unidos. En particular, las amenazas del presidente Trump de retirarse de la Alianza y de no proteger a quienes no han pagado sus cuotas.

Pero incluso antes de eso ya había preocupación, especialmente después de 2009, por la retirada de Estados Unidos de su papel de liderazgo en el mundo. Por eso, lo que hemos visto en los últimos años es que todos nuestros aliados y amigos han empezado a pensar cómo cubrirse las espaldas y eso, al no saber dónde estaremos dentro de unos años o incluso antes, ha contribuido a su voluntad de aumentar significativamente su gasto en defensa. Así, cuando yo era secretario de Defensa, había cinco países en la OTAN que cumplían el gasto del 2% del PIB en defensa. Y hoy son, o serán a finales de este año, 18 de los 32 miembros de la Alianza, y la mayoría de los demás va en la buena dirección.

 

«Lo que hemos visto en los últimos años es que todos nuestros aliados y amigos han empezado a pensar cómo cubrirse las espaldas sin nosotros»

 

Por tanto, los europeos no están seguros de si Biden es un caso puntual en cuanto a su acercamiento a los aliados y el valor que da a nuestras alianzas y relaciones, o si la visión más aislacionista de Trump es la que predominará en el futuro. Y el planteamiento va más allá de estos dos hombres por la forma en que se ha manifestado en el Congreso. Por lo tanto, pienso que la OTAN seguirá siendo fuerte, pero si un presidente de Estados Unidos cuestiona esencialmente nuestra voluntad de liderar la Alianza y de cumplir con nuestras obligaciones en virtud del Artículo 5, la Alianza se debilitará de manera significativa.

 

JMA: En su artículo habla con realismo y franqueza sobre el reto que supone colaborar en la política estadounidense; sobre cómo las políticas partidistas son más difíciles en una sociedad muy polarizada. Nosotros en Europa también sufrimos la polarización. ¿Están las élites estadounidenses, tanto demócratas como republicanas, cada vez más enfocadas en lo interno? ¿Y la sociedad?

RG: La sociedad estadounidense en general mira hacia dentro y así ha sido durante toda nuestra historia. Ha sido necesario un fuerte liderazgo presidencial, a menudo respaldado por el Congreso, para persuadir al pueblo estadounidense de que su compromiso en el exterior es importante y de por qué lo es para nuestro propio interés nacional. En general, los estadounidenses quieren que los dejen tranquilos. Y depende de nuestros dirigentes hacerles entender que el aislacionismo no es una alternativa realista en el siglo XXI, ni desde el punto de vista económico ni en términos de seguridad.

Esos dos océanos son bastante pequeños cuando tienes un gran número de submarinos, por no hablar de los misiles balísticos y los bombarderos intercontinentales. Así que, dado el nivel de nuestra integración económica con el resto del mundo, mi punto de vista es que nuestros líderes no han hecho un buen trabajo ni en la Casa Blanca ni en el Congreso cumpliendo la máxima de Franklin Delano Roosevelt que cito en el artículo: que la mayor responsabilidad del líder es educar. Nuestros líderes han hecho un trabajo pobre al respecto.

No sé si las demostraciones actuales de aislacionismo en el Partido Republicano son una subordinación cínica de los políticos a la voluntad del posible candidato, Donald Trump, y su aislacionismo. Porque en el partido hay personas que fueron líderes decididos del internacionalismo, como el senador Lindsey Graham, que ahora en cierto modo se han apartado de esa línea debido a las posiciones de Trump. Creo que sigue siendo una incógnita si después de Trump volverán a sus posiciones de apoyo a que Estados Unidos tenga un papel internacional. Pero me parece que no hay duda de que Trump está llevando al Partido Republicano más allá de donde muchos de los senadores y representantes en el Congreso realmente quieren ir.

En particular, como he mencionado antes con respecto a China y demás, existe un sector progresista de izquierdas en el Partido Demócrata que quiere centrarse en nuestros desafíos aquí en casa y no prestar mucha atención al resto del mundo, y desde luego no gastar dinero allí. Así que creo que en ambos extremos –en el ala izquierda del Partido Demócrata, pero cada vez más en el Partido Republicano– hay una reivindicación del aislacionismo.

Es importante recordar que el aislacionismo ha sido históricamente una posición básica del Partido Republicano: antes de la Primera Guerra Mundial, antes de la Segunda Guerra Mundial e incluso después de la Segunda Guerra Mundial. La gente olvida que el líder republicano en el Senado Robert Taft votó en contra del Tratado de la OTAN. Y si Dwight Eisenhower no se hubiera presentado a la nominación republicana, Taft probablemente habría sido el candidato en 1952 y habría llevado al Partido Republicano en una dirección mucho más aislacionista, ciertamente, de lo que Eisenhower jamás contempló.

Han sido algunos líderes del Partido Republicano, desde Dwight Eisenhower hasta Ronald Reagan y George H.W. Bush, entre otros, los que han mantenido al Partido Republicano en el apoyo de ese papel de liderazgo internacional. Si el Partido Republicano volverá a eso, al menos sus líderes, es difícil de predecir. Hay algunas personas, especialmente en el Senado, empezando por Mitch McConnell, que siguen siendo internacionalistas comprometidos, que siguen comprometidos con el papel de liderazgo internacional de Estados Unidos, pero si los que vienen detrás de él lo harán, es impredecible en este momento.

 

JMA: Algo que aborda en su artículo y que es sumamente interesante también para los europeos es su reflexión sobre cómo Occidente debe competir con China y Rusia en los países no alineados. Se trata de una vuelta al Sur Global que hemos descuidado o en el que no hemos sido capaces de involucrarnos de una forma más positiva. Usted constata que China y Rusia piensan que el futuro es suyo y, en esta rivalidad, lo que ocurra en el Sur Global va a ser muy decisivo.

RG: Sí. Si tenemos en cuenta que el Sur Global incluye los EAU, Arabia Saudí, India, Indonesia, Vietnam, Brasil y prácticamente toda África; si tenemos en cuenta dónde es probable que el crecimiento económico sea mayor en el futuro, me parece evidente que, ya sea en los organismos internacionales, en el comercio o en cualquier otro ámbito, el abandono estadounidense del Sur Global ha dado a China en particular una especie de lo que llamaríamos, en términos futbolísticos estadounidenses, campo abierto.

Tenemos cierta capacidad de comunicación estratégica y ayuda al desarrollo, pero es desorganizada e incoherente. No hay estrategia. Utilizamos múltiples canales que no están coordinados entre sí. Sólo en comunicaciones estratégicas, tenemos 14 departamentos de Gobierno, 48 agencias que tienen responsabilidades en comunicaciones estratégicas y ninguna sabe lo que hacen las otras. Y no hay coordinación ni integración de mensajes ni de ninguna otra cosa. China, desde Hu Jintao, invirtió 7.000 millones de dólares en crear una capacidad de comunicación global. Y ahora no hay ningún país en el planeta que no tenga acceso a Internet, las redes sociales, la radio, la televisión o la prensa de China. Y hay más de medio millar de Institutos Confucio. Se trata de un programa de comunicación estratégica muy diverso y eficaz y, por nuestra parte, desmantelamos la Agencia de Información de Estados Unidos en 1998 y ahora está en un pequeño rincón del Departamento de Estado.

Así que, en realidad, no participamos mucho en esa competición. Luego, obviamente, no tenemos una estrategia coherente para hacer frente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta y, a pesar de todos sus problemas, el hecho es que hay decenas y decenas de países que se han apuntado a sus proyectos. Y China ha adaptado la Iniciativa, ha escuchado los mensajes sobre la trampa de la deuda, sobre los proyectos excesivamente costosos de mantener para su utilidad y demás. Está introduciendo algunos cambios en el programa para responder a esas críticas.

 

«El abandono estadounidense del Sur Global ha dado a China un campo abierto»

 

Parte del problema es que simplemente no estamos en el juego en el Sur Global, donde China es ahora el mayor socio comercial de 120 países, incluidos prácticamente todos los de Sudamérica. Así que, ¿dónde va a estar Estados Unidos con respecto al resto del mundo a menos que ideemos algunas estrategias para competir con China? Y no es sólo lo que están haciendo en esas naciones, es el mensaje que tiene China de que los países deben poder hacer lo que quieran dentro de sus fronteras a su propia gente. Y de que el modelo chino es uno que funciona en comparación con la parálisis de las democracias occidentales. Y de que el suyo es el modelo que estos países deberían tratar de emular. ¿Y quién va a oponerse a ese mensaje si no somos nosotros?

Una de las cosas sobre las que también he escrito es que, tanto en términos de ayuda al desarrollo como de comunicación estratégica, no existe una coordinación de esfuerzos entre Estados Unidos y nuestros aliados europeos, o incluso entre nuestros aliados europeos, en el sentido de cómo maximizar el trabajo que estos países hacen y tener una estrategia coordinada y coherente por parte de las democracias.

 

JMA: Madeleine Albright habló hace años de Estados Unidos como la nación indispensable, pero cada vez más aliados estadounidenses se están convirtiendo en aliados indispensables en este mundo dividido y multipolar. Entonces, ¿EEUU está contando realmente con aliados indispensables, no sólo europeos sino también Japón, Corea del Sur, Australia, para trabajar juntos en el Pacífico? En Europa a menudo pensamos que la implicación de EEUU para detener la agresión rusa en Ucrania también contempla la idea de que en el futuro, los aliados europeos y otros estarán con EEUU trabajando juntos en Asia.

RG: Con respecto a Asia, ninguno de los países asiáticos quiere enfrentarse solo a China. Hay muy pocas probabilidades de que se cree una alianza asiática comparable a la OTAN. Hay cada vez más conexiones bilaterales entre Estados Unidos y los distintos países y entre esos mismos países. En el último año hemos visto un nivel de comunicación y de cooperación entre Corea del Sur y Japón que no habíamos visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Filipinas también ha reforzado su relación de seguridad con Estados Unidos para hacer frente al desafío chino en el mar de China Meridional. Japón está aumentando significativamente sus propias capacidades de defensa. Se sentaron las bases en la Administración Obama, pero donde realmente se hizo realidad fue en el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad con Estados Unidos, Japón, India y Australia.

Por tanto, este tipo de conexiones son increíblemente importantes y cada vez hay más ejercicios y actividades que implican la cooperación y el compromiso de muchos de estos países, como Indonesia, Malasia, Vietnam, etc. No se van a alinear con nosotros, pero les gusta tenernos cerca para no tener que enfrentarse a China ellos solos. Por tanto, es probable que esas relaciones crezcan y se fortalezcan.

 

JMA: Han pasado dos años desde la invasión de Ucrania. Tenemos la sensación a ambos lados del Atlántico de que Ucrania, aunque ha podido defenderse, no ha sido capaz de recuperar el territorio que ha perdido por la agresión rusa. ¿Qué cree que puede ocurrir en el próximo mes? ¿Todavía tenemos la posibilidad de ayudar a Ucrania a conseguir una victoria real? No sólo para detener a los agresores, sino para recuperar realmente el territorio.

RG: En el futuro inmediato, el objetivo más importante para Ucrania ahora mismo es poder detener a los rusos donde están, evitar que sigan avanzando por la costa sur y tomen Odesa. Y luego reforzar sus defensas para que Rusia no pueda contemplar la posibilidad de un avance significativo. Especialmente si no hay ayuda militar adicional de Estados Unidos. La probabilidad de que los ucranianos puedan recuperar partes significativas de cualquiera de esas cuatro provincias o de Crimea es muy baja en estos momentos.

La gente sigue diciendo que tiene que haber un alto el fuego negociado. Una negociación requiere que dos partes estén dispuestas a negociar y Putin no ha dado ninguna indicación de ceder en nada de lo que aspira. Quiere las cuatro provincias. Quiere Odesa y quiere un cambio de gobierno en Kiev. Y promete que Ucrania nunca se unirá a la UE o a la OTAN. Esa es su posición negociadora. No creo que podamos pedirle a Ucrania que acepte nada de eso. Y los ucranianos no lo aceptarían aunque se lo pidiéramos.

La cuestión es si podemos reforzar las defensas ucranianas. Darles un respiro para que reconstituyan parte de su propia producción industrial de defensa. Darles el tipo de armas necesarias –y eso requeriría más dinero y apoyo de Estados Unidos– para que los rusos no puedan llegar más lejos. Pero yo también les daría los misiles de mayor alcance para que puedan atacar objetivos en Crimea en particular o en las cuatro provincias orientales. Sería un poco reacio a permitirles usar esos misiles para atacar objetivos dentro de Rusia. Pero creo que podrían atacar suficientes objetivos en Crimea y en las provincias orientales como para tener un verdadero impacto psicológico en la moral de los rusos. Si derribaran el puente del estrecho de Kerch, sería un gran problema para los rusos. Si destruyeran ese puente, habrían encerrado a la flota del Mar Negro, lo que es bastante notable teniendo en cuenta lo que tienen. Por tanto, creo que pueden realizar algunos ataques contra Rusia que le recuerden que esta guerra tiene un coste real para Moscú, más allá de las vidas de sus soldados, y que disuadan a Putin de ir más allá. Pero creo que la perspectiva de recuperar esos territorios que ahora ocupan los rusos no es un objetivo alcanzable a corto plazo.