A pesar de la magnitud de la recesión provocada por la pandemia, la acción decidida y coordinada de los grandes países está conteniendo la crisis. Es cierto que la contracción del PIB es la más brusca desde que existen datos, pues en apenas dos trimestres se ha perdido más del 10% de la producción mundial, pero la magnitud de la recesión no determina la importancia de la crisis. Las palancas activadas por el sector público han detenido la destrucción de empleo, el cierre de empresas o la pérdida de tejido productivo. El cortafuegos de la crisis funciona, aunque todavía quedan meses complicados como consecuencia de los rebrotes. Es pronto para cantar victoria.
El FMI alertaba en su último “Informe de Estabilidad Financiera Global” (GFSR, en inglés) de que los riesgos financieros se están acumulando debido al aumento de la deuda. Estados y empresas han asumido los mayores costes de la pandemia, soportando las rentas de los hogares para evitar el hundimiento de la confianza y, por extensión, del consumo. Esta decisión ha contenido la crisis, pero su duración deberá ser limitada, ya que los umbrales de deuda empiezan a ser preocupantes.
La previsión de las agencias de rating es que…