La cuenca atlántica no solo se ha convertido en el epicentro del suministro mundial de la energía, también está a la cabeza de la innovación en este campo. Esa evolución desemboca en una mayor colaboración en todo el área, cuyo impacto puede dejarse sentir ante todo en África.
La cuenca del Atlántico está imprimiendo una nueva forma al futuro energético mundial. Un “renacimiento energético” atlántico marca el ritmo de la innovación tecnológica a escala planetaria y dibuja el nuevo mapamundi del petróleo, el gas y las energías renovables a medida que emergen nuevos actores y nuevas tecnologías, se activan distintas fuentes convencionales y no convencionales, se multiplican los servicios relacionados con la energía y surgen oportunidades a lo largo de la cadena de suministro energético y a través del espacio atlántico. El conjunto de estos avances desplaza el centro de gravedad del suministro energético mundial de Oriente Próximo al hemisferio atlántico. Es probable que en los próximos 20 años el Atlántico se convierta en la reserva energética del mundo y en un exportador neto de numerosas formas de energía a las cuencas oceánicas del Índico y el Pacífico. El 21 por cien de las importaciones de petróleo de China ya procede de la cuenca del Atlántico. Es más, en la actualidad el porcentaje del total de importaciones de petróleo del mundo que procede de ese área, incluido el Mediterráneo (alrededor del 35 por cien), es casi idéntico al procedente de Oriente Próximo.
Hoy día, la cuenca atlántica proporciona más de una tercera parte de la producción mundial de petróleo y gas y alberga cerca del 60 por cien del total estimado de reservas mundiales de gas de esquisto técnicamente explotables, el 12 por cien de las reservas de gas convencional y el 40 de las reservas probadas de petróleo. Es de esperar…