Si bien es cierto que la intensificación en los últimos años del deba- te sobre desarme convencional se debe a un conjunto de factores (como la firma del acuerdo sobre fuerzas nucleares intermedias – INF– y la creciente importancia de las armas convencionales en las políticas de seguridad tanto del Este como del Oeste), no es menos verdad que el primer factor decisivo es ahora la dinámica que el señor Gorbachov ha imprimido al conjunto de los temas de desarme. El punto de partida de toda reflexión sobre las perspectivas del desarme convencional en Europa debe ser, pues, la comprensión de los objetivos de la Unión Soviética en cuanto al futuro del orden político y territorial europeo.
Se imponen, pues, a este respecto dos observaciones preliminares:
1. Quien dice desarme o reducción del dispositivo convencional en Europa dice también modificación inevitable del orden político–territorial heredado de la Segunda Guerra mundial, orden que se caracteriza por la presencia de fuerzas americanas y soviéticas en Europa Central. Aquí aparece el primer dilema, de tipo conceptual podríamos decir, que se le plantea a los occidentales: la imposición paulatina del arms control, a la vez numérico y puramente militar, tiende a ocultar por completo la diferencia fundamental entre la naturaleza de la presencia de Estados Unidos por una parte y la de la URSS por otra, en el seno de una Europa dividida. La primera, libremente consentida, forma parte del dispositivo de defensa de un conjunto de naciones democráticas. La segunda, impuesta por la fuerza de las armas hace cuarenta y tres años, supone la existencia en sí de regímenes cuya legitimidad sencillamente no existe. Pero la propia lógica del proceso iniciado –carro contra carro, división contra división– conduce no sólo a hacer olvidar esta dimensión fundamental del problema, sino incluso, en cierta medida,…