En política interior y exterior, también en su vida personal, Nicolas Sarkozy toma decisiones, lanza propuestas, atrae a la prensa. ¿Qué quiere alcanzar? ¿Cuál es su idea de Francia, de Europa? Éste es el espacio en blanco de un personaje dominado por la política y la ambición.
Nicolas Sarkozy comienza 2008 después de una ininterrumpida serie de acontecimientos políticos en Francia, el más importante de los cuales fue su doble confrontación con los sindicatos del transporte y de los funcionarios. El presidente francés ha salido de este enfrentamiento con sus propuestas de reformas intactas y los sindicatos gravemente debilitados. También ha sabido abordar con éxito la breve repetición de las revueltas juveniles en uno de los problemáticos barrios de inmigrantes de París y las protestas de los estudiantes contra la Ley de Reforma Universitaria. En 1995, bajo la presidencia de Jacques Chirac, una prolongada huelga contra reformas similares terminó con su retirada. Seguidamente, el gobierno conservador cayó y la izquierda volvió al poder. Esto era lo que tenían en mente los huelgistas más irrealistas de las manifestaciones del pasado noviembre.
Los sindicatos paralizaron el transporte urbano y ferroviario en la mayor parte de Francia, además de crear problemas en los servicios públicos y en las universidades, pero el gobierno de Sarkozy tenía un mandato electoral para la reforma y contó con el apoyo de la opinión pública a lo largo de toda la huelga. La postura de Sarkozy era que había sido elegido presidente de Francia con un programa que prometía llevar a cabo ciertas reformas. Insistió en que estaba totalmente abierto a discutir cómo se podía realizar este cambio. Su gobierno buscó llegar a un acuerdo sin vencedores ni vencidos, ofreciéndose a negociar y mostrando su disposición a hacer concesiones en cuestiones secundarias, pero no sobre la reforma esencial…