El asedio de Kobane ha puesto en riesgo el proceso de paz con el PKK, demostrado la fragilidad de la paz social y ahondado la idea de que Turquía carece de amigos internacionales.
La ofensiva del grupo Estado Islámico (EI) sobre la ciudad de Kobane en septiembre de 2014 ha vuelto a situar “la cuestión kurda” en el centro de la agenda de Oriente Medio. En un país clave como Turquía la “cuestión kurda” es un concepto polisémico que nos traslada, como mínimo, a una agenda de desarrollo, de derechos lingüísticos, de libertades políticas, de terrorismo y de relaciones con los países vecinos. El asedio de Kobane, y las reacciones que ha provocado, ha despertado los fantasmas del pasado, ha puesto en riesgo las negociaciones de paz entre el gobierno turco y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), ha evidenciado que la paz social en el país es frágil y también ha ahondado la percepción que tienen muchos turcos de que carecen de amigos tanto en la región como en el conjunto de la comunidad internacional.
Esta crisis ha puesto de manifiesto cuán vulnerables, frágiles y reversibles son algunos de los logros en los últimos años. Y es que, a pesar de recibir críticas en muchos otros ámbitos, el gobierno turco podía presumir de haber conseguido avances en la lucha contra el terrorismo, en el respeto a la diversidad lingüística y cultural o en las relaciones con las autoridades kurdas del norte de Irak. ¿Está todo esto en peligro? ¿Es Kobane un punto de inflexión? ¿Hay riesgo de vuelta atrás? ¿Qué sucedería si Kobane cayese en manos del EI? ¿Y con qué consecuencias para Turquía?
Kobane es más que una ciudad asediada
Pocos en Europa, o incluso en la propia Turquía, hubieran sabido situar Kobane en el…