La dependencia casi total del mercado europeo y el desequilibrio en las relaciones comerciales, son algunas deficiencias estructurales del sector turístico en el sur. Frente a las reticencias con las que la UE acoge las transiciones, los países árabes fomentan, con el apoyo de los del Golfo, el turismo árabe intramediterráneo. Habría que desarrollar el turismo nacional, que tiene un potencial de crecimiento importante y es un factor de cohesión nacional.
Los levantamientos democráticos que se han extendido por el mundo árabe tras la insurrección tunecina del invierno de 2010-2011 se conocen comúnmente con la expresión Primavera Árabe. Esta expresión es simplista porque las causas y las consecuencias de las revueltas difieren en función de los países donde tuvieron lugar, pero es útil para designar un fenómeno de magnitud regional: el descenso del número de visitas de turistas en los países del sur del Mediterráneo (es decir, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Jordania, los Territorios Palestinos, Líbano y Siria).
Tanto si se han visto afectados directamente por desórdenes sociales como si no, todos han sufrido el impacto de la Primavera Árabe. Túnez y Egipto registraron una disminución del número de visitas de más del 30% el año que siguió a las revoluciones, en 2011. Jordania también ha experimentado una caída del número de visitas, y Marruecos ha sufrido una ralentización del crecimiento. Los resultados de 2012 muestran que el impacto se prolonga. Túnez y Egipto sufrieron una bajada del 13% y del 20%, respectivamente, en sus números de llegadas. Marruecos registró una tasa de aumento de las llegadas internacionales de solo el 0,3% ese año (frente al 8,5% anual de media entre 2005 y 2010). Líbano, que se resiente gravemente de la crisis siria, experimentó una reducción de cerca del 40% en sus llegadas internacionales con respecto a 2010 (datos…