Rusia se encuentra en la actualidad en una situación económica catastrófica. Las viejas infraestructuras están prácticamente destruidas, mientras la economía de mercado tarda en instaurarse por falta de apoyo popular, de empresarios, de legislación que proteja a las inversiones y de fuerzas del orden que protejan a los inversores.
Ante la magnitud del problema, algunos analistas se preguntan si no era preferible el modelo chino a la vía elegida por Mijail Gorbachov. Por mi parte, estoy firmemente convencido de que la actual política de los dirigentes chinos tal vez hubiera podido convenirle a la URSS… en tiempos de Jruschov. Porque el Gobierno chino se dirige a unos campesinos que aún conservan el recuerdo y el hábito del trabajo individual y que no han pasado más que relativamente poco tiempo en las comunas cooperativas. En 1956, después del XX Congreso del PCUS, en plena oleada de desestalinización, Jruschov hubiera podido emprender un regreso a la agricultura de granjas apoyándose en aquellos campesinos que aún sabían cómo dirigir sus propias explotaciones. Además, todavía quedaban antiguos pequeños propietarios y comerciantes de la época de la Nueva Política Económica (NPE). Por consiguiente, Jruschov habría podido desarrollar el tejido económico del país bajo la tutela del poder comunista.
En 1985, cuando Mijail Gorbachov accedió al cargo de secretario general, la situación era radicalmente diferente. Le era imposible apoyarse, dentro del país, en personas que hubieran conocido el antiguo régimen: eran demasiado ancianas y demasiado escasas, salvo en las regiones que fueron anexionadas a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Era difícil pensar que personas nacidas y educadas bajo un régimen totalitario que existía desde hacía más de tres generaciones fueran capaces de adaptarse a unas reglas económicas fundamentalmente nuevas, sin una liberalización política previa. Setenta años de comunismo han dejado profundas huellas en el espíritu…