Se cumplen ahora los 40 años del mítico 68. Fue una explosión de carácter internacional: México, Pekín, Berkeley, Berlín, Madrid… Pero el mayo francés presentó una característica propia que le diferenciaba de los numerosos sucesos universitarios del 68; la unión del movimiento estudiantil con una larga y profunda crisis social.
A la inicial agitación universitaria, más profunda y extendida que en otras ocasiones, se sumó una oleada de huelgas de dimensiones no conocidas en Francia desde 1936, que llegó a paralizar la vida económica y social del país y a poner en peligro la existencia misma de la V República. Esa conjunción de crisis universitaria y crisis obrera fue la que dio al 68 francés una especificidad histórica. Todavía hoy, 40 años después, nos seguimos preguntando qué fueron, qué representaron aquellos sucesos que, de forma tan inopinada, irrumpieron en la tranquila Francia del general De Gaulle.
El 68 parisino “sucedió”, gracias a las imágenes de la prensa y la televisión, en prácticamente todo el mundo al mismo tiempo. Las barricadas del barrio latino se transmitieron en directo, y lo supimos todo al minuto. Y no sólo esto, pues los sociólogos analizaron y discutieron, los protagonistas se explicaron y justificaron, se organizaron debates, se teorizó. A las pocas horas de abrirse de nuevo las fábricas, los jefes de personal franceses nos contaron en una reunión en Bilbao su versión; Raymond Aron escribió sus artículos sobre la revuelta universitaria en Le Figaro cuando todavía estaba ocupada la Sorbona y la conocida interpretación sesentayochista de La Breche se terminó de imprimir el 21 de junio de 1968.
Hoy ya no hay un “mayo” sino muchos “mayos”. Parece que ha pasado un siglo y sólo han pasado 40 años. Pero 40 años no es poco tiempo para la historia de largo alcance. Como avisado…