Las estepas de Kazajstán fueron durante la guerra fría el mayor escenario para las pruebas nucleares de la Unión Soviética. Entre 1949 y 1989 se llevaron a cabo 468 ensayos nucleares –125 en la superficie– en Semipalatinsk, un área de 19.000 kilómetros cuadrados donde hoy habitan alrededor de 40.000 personas.
Cinco de las pruebas en superficie fallaron y dispersaron en la atmósfera partículas de plutonio. De los ensayos bajo tierra, 13 concluyeron con el escape de gases radiactivos. Desde 1993, diversas agencias de las Naciones Unidas trabajan en la zona en proyectos de limpieza de residuos y mejora del entorno y las condiciones de vida.
El antiguo polígono de pruebas atómicas soviéticas volverá a ser en septiembre el escenario de un ensayo; en este caso un simulacro de los sistemas que posee la comunidad internacional para detectar pruebas nucleares. Desde 1996, con la firma del Tratado para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT), existe una interdicción completa de ensayos nucleares, tanto en la atmósfera como en el espacio.
Hoy, el CTBT ha sido firmado por 176 signatarios, ratificado por 144 y camina hacia la universalización. Ha permitido establecer un secretariado técnico provisional que gestiona una base central de datos en Viena que intercomunica dos centenares de Estaciones –el 68 por cien de las 321 previstas– dispersas estratégicamente por continentes y mares para detectar todos los movimientos sísmicos o hidrológicos, radiaciones o emisiones de gases nobles en el mundo. Sus señales, debidamente interpretadas, pueden revelar eventuales ensayos o explosiones atómicas. Sin embargo, está aún pendiente la ratificación de algunos actores significativos: Pakistán, India, Corea del Norte, China, Estados Unidos, Israel e Irán.
En la actualidad, hay un debate abierto sobre la conveniencia técnica de prescindir de ensayos nucleares y la posibilidad de garantizar sin ellos la estabilidad de las cabezas…