POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 209

Bandera de la UE en el edificio de la Administración Estatal de Járkov (Ucrania) bombardeado el 28 de febrero. GETTY

Por una verdadera diplomacia europea

La UE no puede continuar con los precarios instrumentos intergubernamentales de su actual política exterior si lo que desea es convertirse en un verdadero actor global.
Nacho Sánchez Amor
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No solo en el Parlamento Europeo, sino en todos los parlamentos en general, las comisiones de Asuntos Exteriores se ven obligadas a saltar de una crisis internacional a otra (y estas se suceden últimamente con una acelerada frecuencia), sin tener mucha ocasión para reflexionar sobre los instrumentos de política exterior de su ámbito. Con una diferencia: las herramientas de política exterior de los Estados cuentan con decenios e incluso siglos de práctica y han sido sometidas a prueba en todo tipo de circunstancias y épocas. No es el caso de la Unión Europea, cuya política exterior ha debido crearse recientemente –a codazos con las políticas particulares de los Estados miembros– y ha ido ganando trabajosamente espacio a fuerza de mostrarse funcional crisis tras crisis. Como en tantos otros terrenos, es la escala supranacional de la crisis la que invita a explorar soluciones de ámbito europeo y, si estas se muestran suficientes, se da un paso más en el reforzamiento de ese papel todavía precario de la política europea en cuestión, desde las vacunas a la mutualización de la deuda.

La reflexión sobre las herramientas de la política exterior de la UE ha sido corta porque la propia política es incipiente y con poca o débil cobertura jurídica. Sin embargo, se ha ido asentando con una cierta normalidad y sin tanto ruido como otros intentos integracionistas o “comunitaristas” que sí han encontrado resistencias estatales más sonoras. Ahora podría decirse, sin exageración, que hay un apetito exagerado, o al menos desordenado, por hacer política exterior europea desde demasiadas posiciones institucionales de la Unión. El hiperactivismo exterior del presidente del Consejo, Charles Michel, en aparente competencia con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y en detrimento del papel del alto representante, Josep Borrell, tal como fue acordado por los…

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