La aspiración inicial del proyecto europeo es resolver los conflictos y permitir que los países de Europa vivan en paz y prosperidad. Durante mucho tiempo, el sistema de la Unión Europea, basado en normas, se ha centrado principalmente en resolver problemas internos. Pero hoy, la paz en el continente no solo depende de los acontecimientos que tienen lugar en el interior de la UE. Depende, al menos en igual medida, de su capacidad para llevar la paz y la estabilidad más allá de sus fronteras. Desde la crisis de Ucrania hasta la tumultuosa relación de Occidente con Rusia, y desde la creciente ola de violencia en el sur de Europa hasta el auge de nuevos actores económicos en todo el mundo, los acontecimientos dejan claro que la política exterior ya no puede ser secundaria en la UE. Para responder a la miríada de amenazas que la rodean, la Unión debe volverse mucho más firme en cuanto a los objetivos y aspiraciones de su política exterior.
Aunque la actual combinación de retos a los que se enfrenta la UE es enorme, hay tres incertidumbres políticas claves que pueden representar una prueba muy difícil en el futuro: la cada vez más inestable vecindad de Europa; las ambiguas ambiciones y prioridades futuras de Estados Unidos; y el efecto de los acontecimientos regionales de Asia, que afectarán al sistema comercial de Europa. Los gobiernos e instituciones de la UE deben tratar de ampliar el orden mundial volviéndose más atractivos y poderosos, creando alianzas regionales y mundiales más sólidas (con EE UU, entre otros) y encontrando escenarios en los que defender de forma inequívoca las normas internacionales. ¿Cómo hacerlo? Las siguientes líneas ofrecen algunas guías de actuación para Federica Mogherini, la nueva alta representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).