La política exterior de Brasil empieza a ver los resultados de su largo apoyo al multilateralismo y a los instrumentos de integración en Suramérica. Miembro de los llamados BRIC –Brasil, Rusia, India y China– el país reclama un papel internacional acorde al peso de su economía.

Los recientes episodios de inestabilidad política en diversos países suramericanos derivados, en parte, de la llegada al poder de presidentes de gobiernos con proyectos nada ortodoxos de “refundación del país”, han suscitado en los medios académicos, políticos y de comunicación de España y de otros países europeos, interrogantes acerca del papel de Brasil como posible líder regional. Los caminos del “populismo nacionalista” preocupan a la opinión pública europea, que espera que Brasil desempeñe un papel predominante en la configuración del nuevo orden institucional de carácter regional, que le dé más estabilidad y confianza.

Cualquier análisis de las perspectivas futuras de la política exterior brasileña, y de su papel en el contexto regional o mundial, debe tomar en consideración los elementos estratégicos constituidos como prioridades para la política exterior brasileña en la presente administración.

En el discurso de toma de posesión de su segundo mandato, el 1 de enero de 2007, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva dejaba claro las prioridades fundamentales de la política exterior brasileña: “Nuestra política exterior (…) ha estado marcada por una clara opción hacia el multilateralismo, necesario para lograr un mundo de paz y solidaridad. Esa opción nos ha permitido mantener excelentes relaciones políticas, económicas y comerciales con las grandes potencias mundiales y, al mismo tiempo, priorizar los lazos con el Sur. Estamos más cerca de África –una de las cunas de la civiliación brasileña–. Hagamos del entorno suramericano el centro de nuestra política exterior. Brasil asocia su destino económico, político y social en el continente, en Mercosur y…