Miembro del G-8, competitiva en sectores como la innovación tecnológica, el diseño, la moda o el turismo, Italia presenta al mismo tiempo fuertes rigideces estructurales, una elevada carga fiscal, un gran peso del Estado y una población que envejece. En el ámbito empresarial, el dinamismo de sus pymes contrasta con el ocaso de unos cuantos grupos industriales con participación estatal.