Este número está dedicado casi por completo a las migraciones internacionales, un debate emponzoñado, rígido y unidireccional en el que resulta cada vez más complicado introducir argumentos racionales. En otoño de 2015, en el momento álgido de la crisis de los refugiados, Política Exterior ya abordó extensamente este fenómeno con una serie de artículos que, por una parte, analizaban el desafío en su dimensión real y, por otra, explicaban qué tipo de políticas podían reformar un modelo migratorio roto.
A día de hoy, no solo seguimos dando a la migración y al refugio respuestas parciales, equivocadas y en ocasiones contrarias al Derecho Internacional, sino que el debate está intoxicado, hasta el punto de haberse convertido en la punta de lanza del populismo de extrema derecha en Europa y América. Las discusiones en torno al Pacto Mundial de las Migraciones, aprobado en diciembre pasado en la Asamblea General de Naciones Unidas, han mostrado el grado de confusión y manipulación que sufre una realidad compleja pero inherente a la evolución de nuestras sociedades: la movilidad humana. Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mayo también estarán marcadas por la cuestión migratoria, traducida de forma equivocada en términos de identidad.
Política Exterior vuelve por ello a analizar este asunto. No esperen encontrar aquí, sin embargo, la relación de cataclismos que acompaña casi cualquier comentario sobre el fenómeno de las migraciones. Las muertes y la tragedia humanitaria –o lo que otros consideran el caos y la amenaza fronteriza– que se producen en lugares como la frontera Sur europea constituyen una parte esencial y espectacular de este debate, pero explican mal un fenómeno infinitamente más complejo, natural y, en esencia, positivo. Un fenómeno cuyas derivadas determinarán las relaciones entre países y dentro de estos de un modo que ahora solo podemos intuir.
Los artículos de esta edición reflejan esa complejidad. Sus autores forman parte de una lista corta pero prolífica de expertos que no se limitan a criticar lo que no les gusta de este régimen migratorio, sino que se esfuerzan por exigir cuentas a sus responsables y concebir las ideas que podrían transformarlo: el análisis económico, sereno y constructivo de Michael Clemens y sus colegas del Center for Global Development; la vinculación entre migración y desarrollo que tan certeramente explica Marta Foresti desde el Overseas Development Institute; la perspectiva europeísta, institucional y jurídica de Gemma Pinyol y Virginia Rodríguez; la mirada lúcida de Eileen Truax y María Almena, cuyo análisis está enriquecido por su condición de emigrantes; y los artículos de Katrina Burgess, Gonzalo Fanjul, Sofía Martínez e Ivan Briscoe sobre América Latina, un contexto migratorio tan diferente de otros que han capturado el imaginario político europeo en estos años.
Cada uno de los artículos ofrece elementos para una conversación nueva sobre el desafío de las migraciones, sobre sus riesgos y sobre sus muchas oportunidades. En conjunto, demuestran que este asunto merece al menos la misma voluntad, creatividad y sentido común que han permitido embridar otros ámbitos complejos de la globalización, como el comercio o la lucha contra el cambio climático. Normas, instituciones y valores del siglo XXI para gobernar un asunto que nos definirá como sociedad global en el siglo XXI.
Nada hace pensar que la intensidad de los flujos migratorios globales vaya a disminuir en el corto plazo, más bien lo contrario. Afortunadamente, la comunidad internacional, empezando por la Unión Europea, tiene la capacidad de gestionarlos, ordenarlos y optimizar su impacto en los países de origen, tránsito y destino. Es necesario hacerlo de forma conjunta, y el mundo dispone ya de instituciones y recursos suficientes para abordar una realidad que no es amenazadora o incontrolable.
Las soluciones son, como siempre, políticas, y tienen que ver con el control de fronteras, pero sobre todo con el establecimiento de vías de acceso legales, con programas de movilidad ajustados a las necesidades del país de destino y de origen, con la participación de diversos agentes sociales –administraciones, empresas, medios de comunicación, instituciones educativas–, y con medidas novedosas para la incorporación de los migrantes a las sociedades de destino. Las páginas que siguen dan cuenta de las múltiples políticas posibles, muchas de ellas con una eficacia demostrada durante décadas.
La elaboración de este número ha sido, al igual que en 2015, un esfuerzo conjunto entre Política Exterior y la Fundación porCausa. Desde nuestros limitados campos de acción queremos contribuir a rescatar un debate hoy al borde del naufragio.