Por primera vez desde el final de la guerra fría, la cumbre del Grupo de los Siete (G-7) se reunió en Houston en julio de 1990. La cumbre confirmó el nacimiento de un nuevo panorama de los sistemas político y económico mundiales.
Económicamente, incluso Margaret Thatcher, con todo su orgullo sobre soberanía nacional, reconoció en la cumbre de Houston que, sólo hay tres grupos regionales, basados en el dólar, el yen y el marco alemán respectivamente. Con la conclusión del Mercado Único Europeo para mediados de los noventa, la cumbre ordinaria del G-7 (más el presidente de la CE) debería transformarse en la nueva cumbre del G-3.
Políticamente, un sistema tripolar G-3 puede ser de lo más inestable para acuerdos mundiales. No habrá más liderazgo hegemónico de un único país, comparable al del Reino Unido en la era previa a la Primera Guerra mundial y al de EE.UU. en la guerra fría. La ayuda a la casi arruinada URSS proviene ahora principalmente de la Alemania unida, mientras que un Japón poderoso económicamente ayuda a China en su etapa predemocrática.
Los triunfos actuales de los sistemas económicos y políticos occidentales sobre el régimen comunista han revelado “diferencias” en los sistemas capitalistas de las regiones G-3.
Durante el período de la guerra fría, la política internacional estuvo dominada por el imperativo absoluto de la seguridad ante las amenazas rusas. Dicha política internacional ha sido sustituida ahora por asuntos económicos internacionales. Ahora que dichos asuntos han de ser dirigidos sin el liderazgo hegemónico, hay un riesgo de conflictos económicos serios que equivaldrían al choque entre los distintos sistemas capitalistas, debido a la falta de principios compartidos o normas internacionales sobre el comportamiento económico de los Gobiernos. En el centro de los asuntos económicos descansa el desafío de Japón frente a EE UU y…