La intelección de la verdad es un proceso difícil, pero necesario. La discusión abierta de todos nuestros problemas y el análisis imparcial de la situación creada y del desarrollo de las transformaciones iniciadas libran a la sociedad de las cadenas de la apatía y la indiferencia, excitan las mentes y provocan un choque de posiciones y demandas. Con toda la diversidad de opiniones, el debate congresual sintoniza con las ideas de fondo formuladas por el PCUS después de abril de 1985, concretamente en la XIX Conferencia Nacional y en su programa electoral. Lo afirmo con gran satisfacción, porque para mí es una expresión del importante apoyo popular a la política de la perestroika.

Hacia comienzos de los años ochenta, de resultas de largos años de inmovilismo, el país cayó en un estado de profunda crisis, que abarcó todos los aspectos de la vida. La situación exigió que el partido diera un brusco viraje. Fue una elección de gran responsabilidad y el partido la hizo. Hoy todos vemos que fue una elección justa. La oleada de la renovación ha despertado al país. Se han comenzado a aplicar nuevas formas de vida social en la economía, la política y la cultura.

Se ha mostrado una vez más el profundo convencimiento de que la perestroika es nuestro destino, una posibilidad que la historia nos ofrece. Esta posibilidad no se puede dejar perder. Con toda la diversidad y el carácter contradictorio de las opiniones se ha llegado a una especie de acuerdo nacional: la línea política, hacia la renovación radical del socialismo no tiene alternativa.

Todo esto es así. Más, el país hoy espera un análisis franco de cómo se lleva a cabo la perestroika, de lo que ha reportado ya, dónde y por qué no ha justificado las esperanzas, dónde y qué dificultades…