Pensar el siglo XX de la mano de Judt
La última obra, Pensar el siglo XX, de uno de los más destacados pensadores del siglo XX y principios del XXI, Tony Judt, es “un libro de historia, una biografía y un tratado de ética”, en palabras de Timothy Snyder, también historiador, y quien propuso a su colega un repaso de su vida y, por ende, del tiempo que le tocó vivir. El proyecto surgió a finales de 2008, poco después de que a Judt se le diagnosticara una enfermedad neurológica degenerativa que produce una parálisis progresiva (la esclerosis lateral amiotrófica o ELA) y que terminaría en poco tiempo con su vida. Judt aceptó que Snyder lo visitara en su casa de Nueva York todos los jueves del invierno, la primavera y el verano de 2009. Hablaron de su vida, de sus libros, del siglo XX, de lo que significa ser historiador, de la labor de los intelectuales…
Según Judt, se da por hecho que el siglo XX es “un lamentable historial de dictaduras, violencia, abuso autoritario del poder y supresión de los derechos individuales”. El desafío planteado en esta obra era empezar desde otra perspectiva. “¿Y si no partiéramos de una narrativa del horror?”. El resultado, un vibrante e inteligente repaso de un siglo que fue capaz de lo peor y de lo mejor, y que no permitía jamás el distanciamiento completo de sus sueños y pesadillas. Por ejemplo, el ideal comunista. “Nunca hemos perdido del todo la sensación de que –apunta Judt– no se puede entender por completo el siglo XX si en algún momento no compartiste sus ilusiones, y la ilusión comunista en particular”.
Pasada ya la primera década del siglo XXI, es importante no dejar de echar la vista atrás, al siglo XX que define lo que somos ahora y que sigue marcando, con su sombra alargada, lo que seremos en los próximos años. “Es tremendamente importante para una sociedad abierta conocer su pasado –señala Judt–. Un rasgo que tenían en común las sociedades cerradas del siglo XX, ya fueran de izquierdas o derechas, era que manipulaban la historia”. Según Judt, amañar el pasado es la forma más antigua de control del conocimiento: si tienes en tus manos el poder de la interpretación de lo que pasó antes (o simplemente puedes mentir acerca de ello), el presente y el futuro están a tu disposición.
Como explica Snyder, el carácter conversacional de este libro requería que sus autores estuvieran familiarizados con otros miles de libros. “Dado que la charla entre Tony y yo era en persona, no había tiempo para comprobar las referencias –desvela Snyder–. Tony no sabía con antelación qué le iba a preguntar, y yo no sabía tampoco lo que él iba a responder”. Lo que aquí aparece en letra impresa refleja la espontaneidad, impredecibilidad y en ocasiones espíritu lúdico de dos mentes determinadas a engranarse la una con la otra a través de la palabra. De manera continua, sobre todo en las partes históricas, la conversación dependía de las bibliotecas mentales de estos dos historiadores y, en especial, de la de Judt, “increíblemente amplia y catalogada a la perfección”.
“Este libro aboga en favor de la conversación –señala Snyder–, pero quizá todavía más de la lectura”.