En el contexto del conflicto palestino-israelí, el patrimonio es manipulado para transformar territorios en disputa y reivindicar la soberanía y el control.
A la sombra de la colina de Haram al Sharif y del Muro de las Lamentaciones, justo a las afueras de la Ciudad Vieja de Jerusalén, gran parte del barrio palestino ocupado de Silwan/Wadi Hilwah ha sido expropiada recientemente y “reurbanizada” con un parque arqueológico y una colonia judía llamada La Ciudad de David. A pesar de los ricos hallazgos arqueológicos de diversos periodos, únicamente se presenta el pasado bíblico. La Autoridad de Parques de Israel ha subcontratado la gestión de la instalación a una ONG llamada Fundación Ir David (abreviado El Ad), un grupo próximo a los colonos israelíes ultranacionalistas religiosos. Fundado por un excomandante de una unidad militar de élite, El Ad declara en su página web que se le ha encomendado “la conservación y el desarrollo de la bíblica Ciudad de David”, una misión que incluye la “revitalización residencial”, es decir, la colonización. (http://www.cityofdavid.org.il/en/The-Ir-David-Foundation).
Hoy en día, tanto los antiguos residentes palestinos como los colonos judíos habitan en los cuidados vestigios del parque. Sin embargo, los palestinos, que no gozan de derechos de ciudadanía en Jerusalén, están definitivamente menos satisfechos de convivir con la arqueología que se ha convertido en un medio y un indicador de su desposesión continuada. Este es la labor política del pasado en el presente. A lo largo del sinuoso camino central del parque, llamativos carteles exhiben el arpa bíblica de David y señalan a “la casa de Netzer” y otros nombres destacados de las Escrituras, aunque en estos casos no se trata de restos arqueológicos, sino de los nuevos hogares de los colonos, para los cuales colonizar Tierra Santa es una misión religiosa y nacionalista. Los edificios están construidos en…