La importancia de las cuestiones que, como desafíos y amenazas fuera del área de la OTAN afectan a la seguridad occidental, tiene a todas luces una importancia creciente. Sin embargo, su mayor relieve político y estratégico no se ha acompañado de los correspondientes esfuerzos teóricos capaces de proporcionar la necesaria precisión conceptual que la recta comprensión de éste, como de cualquier otro problema, exige. Cuanto más ha ido aumentando la preocupación política por tales problemas, más han aparecido éstos como “una cuestión abierta”, sobre la que tan sólo cabía constatar su existencia. Tal es la tesis del más importante tratadista de la cuestión, Betnick (Nato’s out of area problems, Adelphi Papers 211, Londres, 1986).
Por eso es preciso acuñar las categorías necesarias para identificar lo que se entiende por amenaza fuera de zona, recordando la advertencia del gran Lucien Fevre: “Cuando no se sabe lo que se busca, es imposible encontrarlo”. Con tal objeto, al comenzar esta Revista (I, 1, 1987, p. 77) su andadura, propuse la investigación genética del problema atendiendo, tanto a la elasticidad de las limitaciones espaciales de la Alianza Atlántica, como a la noción etiológica de la seguridad. A ello hay que añadir hoy la consideración de nuevas amenazas.
Los redactores del Tratado de Washington de 1949 introdujeron los límites territoriales que constan en el Artículo VI para vencer las resistencias del aislacionismo norteamericano y los prejuicios de una política exterior anticolonialista, puesto que Estados Unidos no quería verse implicado en los conflictos que allende el área atlántica pudieran surgir en las posesiones coloniales de sus aliados europeos (cf. Th. C. Achilles y Rendel en Staercke, Nato’s anxious birth, Londres, 1985). Años después, cuando estos mismos aliados creyeron que la seguridad era divisible y pretendieron sustituir las responsabilidades globales por los intereses meramente regionales, esgrimieron los…