Los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), en particular Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Catar, han pasado en apenas dos décadas de ser actores poco activos en las relaciones internacionales a desarrollar estrategias diplomáticas y económicas muy ambiciosas. Estas transformaciones están redefiniendo su relación con los países del Sur Global y, al mismo tiempo, con los del Norte, reposicionándolos en el tablero internacional. Su proyección diplomática refleja, en cierto modo, sus peculiaridades y ubicación geográfica en un cruce de caminos: han sido tradicionalmente vistos por Occidente como países ricos del Sur Global, aunque muchas naciones del Sur los percibían como estrechamente vinculados a Estados Unidos y Occidente, con agendas divergentes debido a su enorme prosperidad. En realidad, se consideran a sí mismos como países puente sui generis, y están logrando redefinir su agenda de cooperación y alianzas políticas con objeto de ganar autonomía estratégica y diversificación económica para ir más allá de la economía petrolera, y en su ejecución están consolidando una posición más equilibrada entre el Norte y el Sur.
Para enmarcar esta evolución, podemos identificar tres desafíos que representan una triple encrucijada existencial para estos países. En primer lugar, el horizonte de la descarbonización –vinculado a una progresiva reducción de las reservas de petróleo– supone el fin de un modelo de alianzas energéticas y estratégicas, pero también una oportunidad para replantear estas relaciones desde nuevas perspectivas, como las energías renovables, la seguridad alimentaria, o el acceso al agua.
En segundo lugar, el impacto de la pandemia del COVID-19 en el comercio internacional llevó a una redefinición de las cadenas de suministro tradicionales, impulsando el desarrollo de nuevas redes regionales en sectores como la seguridad alimentaria y la agricultura, así como iniciativas autóctonas.
Finalmente, el activismo de Turquía e Irán tras la…