El tema de la promoción comercial exterior es relativamente nuevo en la esfera del análisis del comercio internacional, aun a pesar de que ya los mercantilistas se esforzaron en los siglos. XVI y XVII en conseguir una balanza comercial favorable para sus países.
El triunfo de las ideas clásicas respecto al comercio internacional y la obsesión por los temas de las restricciones a las importaciones más que por el fomento a las exportaciones connotó todo un discurso que a lo largo de los siglos XIX y XX dedicó muy poco análisis a las medidas que los Gobiernos podían poner en marcha para estimular la presencia de los pro- ductos nacionales en los mercados extranjeros.
Los trabajos analíticos realizados por la Sociedad de Naciones y por la Cámara de Comercio. Internacional en todo el periodo de entreguerras siguió por los mismos derroteros y, es más, fueron los problemas del proteccionismo algunos de los que más preocuparon cuando se desencadenó la crisis mundial de 1929, con toda su secuela de rotura de los mercados internacionales para los flujos de comercio.
La difícil situación de desempleo a que se vieron abocados numerosos países dio paso a una serie de discusiones sobre la necesidad de devaluar las monedas para “exportar desempleo” a los países vecinos, pero no se había formado una auténtica doctrina sobre la promoción comercial de las exportaciones como elemento corrector de lo que pudiera ser la “ventaja natural” de las producciones domésticas y su posicionamiento en merca- dos exteriores.
El propio artículo XVI del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT1) se refería a la necesidad de supresión de las subvenciones a la exportación, pero éste ha sido siempre un terreno movedizo en que se ha tenido que esperar, de hecho, a que uno de los códigos aprobados en la…