La inseguridad y la violencia son la mayor preocupación para los ciudadanos de América Latina y el Caribe. Su percepción como principales problemas de la región ha pasado del nueve al 27 por cien entre 2004 y 2010, según Latinobarómetro. La situación de inseguridad vinculada al narcotráfico es especialmente grave en México y varios países centroamericanos, donde la actividad de los cárteles y el fiero combate contra ellos por parte de los gobiernos está erosionando las instituciones y el Estado de Derecho.
El narcotráfico ya no puede abordarse desde el esquema tradicional que distinguía entre países productores, de tránsito y consumidores. El Informe Mundial sobre Drogas 2010 de la Agencia de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC) advierte del rápido incremento del consumo en los países de América Latina, sobre todo Argentina, Brasil y México.
A la creación de un mercado interno se une el desplazamiento interfronterizo de unos cárteles que han diversificado su negocio ilegal: tráfico de órganos, armas, trata de personas, secuestros y extorsiones. Lázaro Cárdenas, exgobernador del Estado mexicano de Michoacán, lo explicaba recientemente en Madrid: “Las organizaciones criminales utilizan la violencia extrema y visible para amedrentar a la población. Buscan además controlar corporaciones e instituciones. En México prácticamente desapareció el crimen independiente, hoy todo está controlado por grupos transnacionales y diversificados”.
Esta nueva dimensión del problema de las drogas y el crimen organizado exige revisar las políticas aplicadas hasta ahora. Es lo que propone la Comisión Global de Políticas de Drogas, integrada, entre otros, por César Gaviria, Ernesto Zedillo, Fernando Henrique Cardoso, Louise Arbour, Kofi Annan, Javier Solana y George Shultz. En junio publicó un informe que comenzaba: “Cincuenta años después del inicio de la Convención Única de Estupefacientes, y cuarenta años después de que el presidente Nixon lanzara la guerra a…