Veinticinco años después del final de la guerra fría el sistema internacional se rige por la competencia antes que la cooperación multilateral. Potencias tradicionales y emergentes pugnan por sus intereses particulares. Las respuestas multilaterales a cuestiones comunes, como la protección del medio ambiente o los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no se implementan o las negociaciones se alargan eternamente. En el terreno de la paz y la seguridad, hay un regreso a las tensiones entre grandes potencias y un ascenso de conflictos no convencionales con grupos violentos no estatales. Las misiones de mantenimiento y construcción de la paz bajo mando de las Naciones Unidas podrían ser desplazadas por misiones de estabilización con mandatos más reducidos y cortos en el tiempo y por coaliciones militares para responder a grupos irregulares como el Estado Islámico (EI) o Boko Haram.
Las expectativas de contar con un mundo cooperativo después de la guerra fría no se han cumplido. El modelo de economía neoliberal imperante desde los años ochenta del siglo XX fue en contra de políticas multilaterales. El fin de la Unión Soviética, el ingreso de Rusia en la economía de mercado, la creciente reforma económica de mercado e ingreso en la globalización de China, más la aceptación en Europa de un modelo económico liberal en contra del paradigma socialdemócrata, aceleraron la competencia y la desigualdad global. Siendo la desregulación la regla mundial, no había razón para establecer la cooperación en otros niveles.
Pese a esta lógica, cuestiones relacionadas con la paz y la seguridad, el medio ambiente, los derechos humanos y civiles continuaron presentes en la agenda internacional. El discurso de la cooperación multilateral se mantuvo vigente en estos campos, aunque el 11 de septiembre de 2001 y la consiguiente “guerra contra el terrorismo” afectaron estas áreas, subordinando los intereses generales a la…