A finales de la primera década de 2000 surgieron en Asia diversos marcos intergubernamentales y redes de ONG que, desde entonces, han explicitado su compromiso con los valores y premisas de la democracia. Estos marcos no han ido más allá del compromiso verbal, pero a partir de ellos la sociedad civil ha ido tejiendo y desarrollando sin descanso diversas redes transfronterizas.

Los cuatro vectores principales de este desarrollo institucional han sido: el papel central de las pequeñas democracias emergentes que buscan consolidarse; la influencia de los avances institucionales en otras regiones del mundo; el papel desarrollado por figuras prominentes de la sociedad civil; y el ascenso de China como superpotencia autoritaria. Sin embargo, es probable que la pandemia del Covid-19 obstaculice el crecimiento de dichas redes e instituciones. Para evitarlo será necesario un enfoque multinivel que implique a los distintos actores concernidos, con vistas a ahondar y apuntalar el desarrollo institucional en Asia.

Un continente con diversos sistemas

La diversidad de los regímenes políticos en Asia y la emergencia de China como superpotencia autoritaria suponen un obstáculo para la formación de iniciativas democráticas regionales en el continente. La región abarca varias subregiones: el Sureste Asiático, con varios regímenes no democráticos o democracias mermadas; el noreste asiático, donde destacan Corea del Norte, el país que más atrozmente viola los derechos humanos de todo el planeta, China, la potencia autoritaria más influyente del mundo, y las democracias de Japón, Corea del Sur y Taiwán; y, por último, Asia meridional, donde encontramos, por un lado, democracias jóvenes y frágiles y, por otro, India, la mayor democracia del mundo. A ello hay que sumar la tradición antiimperialista y de no alineamiento de los países asiáticos, lo que infunde escepticismo sobre las actividades de promoción de la democracia llevadas a cabo por Occidente, en…