En este momento, la conversación nacional en cafés, tertulias, fiestas y encuentros populares se centra en lo que sucederá en junio de 2024, fecha en que se celebrarán las elecciones para la presidencia de la República Mexicana. La gente se pregunta qué le espera al país. Algunos aseguran que MORENA, el partido fundado y dirigido por el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, se mantendrá en el poder. Otros insisten en que eso llevaría a México a un destino similar al de Cuba o Venezuela, lo cual es imposible, no solamente por razones evidentes de geopolítica, también porque en realidad el presidente es, en los hechos, un gobernante conservador de centro cada vez más lejano a la ilusión de izquierda socialista y absolutamente lejano –en su actuar– al comunismo que tanto pregonan por allí. La oposición política se diluye porque carece de identidad, el partido que dominó la política nacional durante más de 70 años, el PRI (Partido Revolucionario Institucional), fue recientemente desmantelado por sus hombres y mujeres fuertes, los conservadores cristianos del PAN (Partido de Acción Nacional) carecen de fuerza política suficiente y no se parecen a los partidos de derechas europeos.

Hago memoria. Desde el exilio forzado reviso mis expedientes de reportera, encuentro grabaciones, libretas de notas. Recuerdo la historia del ascenso del líder político más poderoso, polémico, polarizador y complejo de la historia mexicana reciente, Andrés Manuel López Obrador, popularmente conocido por sus siglas: AMLO.

El 30 de julio de 2006, AMLO era candidato a la presidencia de México. Estaba indignado ante el fraude electoral en que perdía por un margen deL 0,56% de votos. En esos días llamó “al pueblo de México” a bloquear la avenida Reforma como protesta contra el Estado Mexicano.

Cuando los gobernantes le mienten al pueblo, dijo AMLO, toda protesta es legítima. Cada…