La realidad es que los inversores siguen firmemente anclados a los datos económicos y, a pesar de todas las amenazas, siguen siendo sorprendentemente resistentes. En pocas ocasiones los bancos centrales consiguieron controlar una crisis inflacionista de doble dígito sin generar una recesión por el camino, pero en esta ocasión, el aterrizaje suave parece que se puede lograr.
La semana pasada EEUU reportó los datos preliminares del PIB del año 2023 mostrando un crecimiento inesperado del 2,5% en términos reales. Y si se compara el cuarto trimestre del año con el mismo periodo de 2023, el crecimiento interanual ascendió al 3,1%. Estas cifras eran impensables hace unos meses. Al inicio de 2023 las previsiones del consenso de mercado de Bloomberg anticipaba un crecimiento del 0,5% en el conjunto del año, cifra que finalmente se ha quintuplicado.
Esta solidez del crecimiento ha dado alas a los inversores. En EEUU el S&P 500 acumula una subida del 17% en los últimos tres meses y en Europa, el Stoxx 600 se ha revalorizado un 10%. Por encima de ambos está el Nasdaq 100 que acumula un alza superior al 21%. La dificultad de estas subidas es que se construyen ya sobre máximos históricos previos, lo que refleja la gran confianza del mercado.
Los inversores están esperando que el aterrizaje suave de la economía permita a los bancos centrales terminar de controlar la inflación sin afectar al crecimiento económico. A partir de ahí, pueden comenzar un ciclo de normalización de la política monetaria, ya sin tensiones inflacionistas, que dará oxígeno a las familias y las empresas y reactivará el flujo del crédito. En definitiva, creen que el crecimiento económico está a punto de acelerarse, como tarde, el próximo verano. Esto explica que los ahorradores estén ansiosos por invertir.
La temporada de resultados también está animando…