El 22 de junio de 2019 Mauritania estaba llamada a cerrar la era Abdelaziz, quien por mandato constitucional veía vetada la posibilidad de presentarse a una tercera reeleción. Muchos marcaban la fecha en el calendario como el inicio a una posible vía democrática a la transición pacífica, a sabiendas de que las encuestas mostraban a Mohamed Ould Ghazouani, exjefe del Ejército y exministro de Defensa, designado a dedo por el presidente saliente, como el candidato con mayores opciones por su relación directa con el gobierno y el estamento militar. No hay que olvidar que la historia más reciente de Mauritania está marcada por sucesivos golpes de Estado (2005 y 2008), perpetrados por el presidente Abdelaziz y su delfín Ghazouani entre otros. Aunque si bien el primero había conseguido derrocar, de una forma incruenta al régimen de Ould Taya, uno de los dictadores más longevos del continente africano (1984-2005), el segundo ponía fin a una transición democrática iniciada tan solo dos años antes, dejando atrás una posibilidad de estabilizar un sistema democrático en pañales.

Por todo ello, a pesar de las esperanzas depositadas en el 22 de junio, los acontecimientos del día siguiente pusieron de manifiesto que el proceso de transición, de producirse, estaría guiado desde instituciones formalmente representativas pero copadas por el poder militar. Y es que, el resultado final de estas elecciones, con la victoria de Ghazouani que aglutinó el 52% de los votos emitidos, no hace sino evidenciar la estrecha relación existente entre la participación activa de los militares en la arena política y el cambio político en Mauritania.

La campaña electoral

El 8 de junio de 2019 daba comienzo el periodo legal de campaña electoral de un país que afronta una difícil situación económica, recrudecida por la falta de tierra cultivable y una corrupción muy extendida….