Si quisiésemos hacer un balance económico del thatcherismo bastaría con recordar que cuando Thatcher tomó el poder había en Gran Bretaña un 12 por 100 de parados; once años más tarde el Reino Unido tiene una tasa de paro del 5,8 por 100. La City se ha convertido en una capital financiera internacional y el Reino Unido es de nuevo una de las grandes potencias industriales.
Desde la llegada al poder de Margaret Thatcher hasta hoy el número de días perdidos por huelgas ha caído drásticamente desde 29 millones en 1979 hasta cuatro millones el año pasado. Los años Thatcher han sido los años de los empresarios. Se acabó con el deliberado menosprecio de todas las actividades que envolvían riesgo económico y el oprobio moral arrojado sobre las ganancias que hacen atractivo el riesgo, pero que sólo pocos pueden conseguir. Los jóvenes ya no preferían una posición asalariada segura frente al riesgo de la empresa. El espíritu de empresa no era ya deshonroso, ni la consecución de beneficios, inmoral; dar ocupación a 100 personas no se considera una explotación. El progreso económico es el resultado de la desigualdad y resulta imposible sin ella. Progreso económico no es sólo acumulación de cantidades crecientes de bienes. La elevación del nivel de vida se debe en mucho a un incremento del conocimiento. Mayor sabiduría para usar nuevos recursos con mayor efectividad y para nuevos propósitos. Los recursos materiales, son escasos, los usos de los nuevos conocimientos son ilimitados. El conocimiento que hace posible el progreso se convierte en algo obtenido en beneficio de todos. Los logros de los pocos con el tiempo estarán al alcance de los muchos. El camino del progreso se facilita por el hecho de que otros lo hayan recorrido antes. El número de nuevos negocios que se iniciaron en…