La disputa sobre los mármoles del Partenón es sin duda la más señera de la política cultural internacional. Es un debate que une a los griegos tanto como divide a los británicos. Ya en 1816, cuando Lord Elgin vendió a su gobierno los más de 90 relieves traídos de Atenas, hubo argumentos enfrentados en la propia Cámara de los Comunes. La opinión pública del Reino Unido ha ido mutando en las últimas décadas a favor de la restitución de las piezas al museo preparado para ellas en la Acrópolis, y las conversaciones mantenidas en 2022 entre el primer ministro griego y el presidente de los trustees del Museo Británico hicieron concebir esperanzas para un arreglo, que finalmente se frustraron. Pero la relevancia del caso trasciende la bilateralidad de la disputa y de su eventual solución. La comunidad internacional lo sigue con creciente interés, no solo por la relevancia universal de las esculturas de Fidias, sino también por su carácter paradigmático (aunque con rasgos muy específicos) para el agitado debate cultural respecto al patrimonio artístico procedente de otros países.
The Parthenon Marbles Dispute
Alexander Herman
Hart, Oxford, 2023
212 págs.
En los últimos meses han aparecido dos libros muy diferentes sobre la cuestión. En The Parthenon Marbles and International Law (2023) la internacionalista Catharine Titi expone la batería de argumentos jurídicos a favor del retorno, basados fundamentalmente en la ilegalidad de la adquisición inicial de Elgin al gobierno del Imperio Turco, soberano entonces del territorio. Sin embargo, quienes arguyen la legalidad de la compra a partir del documento (conservado solo en traducción italiana) que permite a Elgin llevarse las piezas, siguen derivando de ahí la legítima propiedad del Museo Británico sobre ellas, regulada por el British Museum Act de 1963. Desde el punto de vista jurídico, pues, incluso los nuevos argumentos no implican grandes cambios en las posiciones de fondo.
«El contencioso sobre los mármoles es un debate que une a los griegos tanto como divide a los británicos»
En cambio, el libro de Alexander Herman es un interesante ensayo de aproximación a la cuestión más allá de los argumentos jurídicos de ambas partes. El director del Institute for Art & Law del Reino Unido, reconocido experto en regulación internacional de bienes culturales, ofrece en quince detallados capítulos, escritos con atención al profano en la cuestión, una perspectiva no solo jurídica, sino también histórica, sociológica, política y museística. Frente a la importancia axial que desde un lado y otro se otorga a la figura de Elgin, Herman la relativiza en un recorrido secular con muchos otros hitos en la historia de los mármoles: entre otros, el bombardeo veneciano de 1687 y la desastrosa restauración de Duveen en 1837. Ahora que se presiente, tras las próximas elecciones en Reino Unido, un cambio de gobierno que probablemente reemprenda las negociaciones sobre la cuestión, el enfoque amplio de Herman es muy bienvenido para comprenderla en toda su complejidad y buscar nuevas vías de solución negociada.
Incide Herman en la fuerte dimensión identitaria de la disputa, no solo para Grecia, sino para el propio Reino Unido. También en el perjuicio que para el propio Museo Británico supone el enquistamiento de ambas partes en un rechazo a cualquier transacción que, según argumenta, debería partir de negociaciones entre museos simplemente en torno a la exhibición de las piezas.
En efecto, dejar de lado la cuestión de la propiedad permitiría evitar la politización de negociaciones que, inevitablemente, dificulta cualquier arreglo. Sin embargo, a primera vista, parece ingenuo pretender que, precisamente tras haber demostrado la importancia simbólica de los mármoles para británicos y griegos, la política se aparte sin más y reconduzca el debate a una cuestión técnica museística. Aunque así sucediera, el mismo hecho de apartarse de la negociación sería una decisión política de hondo calado.
Pero en su calculado candor, quizá este libro proporcione argumentos a los gobernantes británicos y griegos para tomar tal decisión y permitir que una transacción entre museos lleve a buen término un litigio secular.