Durante la pasada década, Estados Unidos ha crecido a un ritmo inhabitual dentro de los parámetros que caracterizan a las economías maduras. Algunos analistas justificaron el fenómeno de este crecimiento ininterrumpido con el conjuro de la Nueva Economía, en la que ya no existirían los altibajos del ciclo económico. Hoy el pesimismo se ha extendido en los mercados, que no han dejado de caer desde finales de 2000. Si los últimos indicadores de PIB y beneficios se repiten los próximos meses, los temores por la recesión predominarán sobre las esperanzas de un aterrizaje suave de la economía.