La detención del cardenal católico Joseph Zen por su pertenencia a la ONG 612 Humanitarian Relief Fund, que ofrecía asistencia legal y económica a disidentes, ha confirmado la voluntad de Pekín de utilizar la nueva ley de Seguridad Nacional para acabar con las residuales libertades de Hong Kong y la separación de poderes que el nuevo jefe del ejecutivo, John Lee, prometió respetar en 1997, cuando la excolonia británica pasó a sus manos. Lee, que el 1 de julio sucederá a Carrie Lam, ha advertido de que las “credenciales religiosas” no protegerán a nadie que viole las leyes chinas.
Zen, ya nonagenario, fue liberado tras el pago de una fianza, pero los cargos de colusión con potencias extranjeras contra él siguen en vigor, por lo que podría ser condenado a cadena perpetua. El cardenal Ignatius Kung Pin-Mei, arzobispo de Shanghái, pasó casi 30 años en prisión tras…