La perdurabilidad de estos acontecimientos exige un cambio de percepción en cuanto a su lugar en la escena artística.
La década de 2000/2010 ha sido la de los festivales en Marruecos. En pocos meses, pasamos de no tener nada a tenerlo todo: un festival por ciudad y un festival por región. Desde Tánger hasta Dajla, estos acontecimientos han revolucionado la escena cultural marroquí y se han distinguido de los tradicionales mussems (fiestas populares), relacionados con la vida económica, social y cultural, y que siguen estando presentes hoy en día. También se han diferenciado de los festivales organizados por el Ministerio de Cultura, centrados en el apoyo a la música patrimonial (música andalusí, gharnati, aita…). Iniciados por asociaciones y apoyados por el sector privado, y gracias a los importantes medios financieros otorgados, han conseguido rápidamente un público y una repercusión mediática que superan a todas las demás manifestaciones, y han dado a conocer a las estrellas internacionales y a las músicas urbanas marroquíes…