Definida como tierra de todos los orígenes raciales, culturales, nacionales y étnicos, Canadá –con un 18,4 por cien de inmigrantes– se ha dotado de leyes para promover la igualdad y la participación de las minorías. El sistema multicultural canadiense parece inaplicable en Europa.
Una política multicultural como la que existe en Canadá implica cinco condiciones que no se dan en Europa. Sin embargo, y a pesar de los fallos y las limitaciones de la experiencia canadiense, pueden extraerse algunas lecciones para la gestión de la diversidad cultural en los países europeos. Las condiciones son las siguientes:
– Una regulación de los flujos migratorios; es decir, una política de inmigración que defina los cupos de entrada en relación con las necesidades del mercado laboral.
– Una integración igualitaria de los inmigrantes en el mercado laboral.
– La reducción de cualquier ideología étnica nacional. – Una cultura pública y un aparato jurídico que valore los derechos individuales y, por tanto, los derechos de todos los residentes, de origen inmigrante o no.
– Una concepción sociológica de los procesos de adaptación sociocultural de los inmigrantes y de la idea de igualdad de oportunidades (igualdad formal versus realidad sociológica).
Estas condiciones se reúnen con más facilidad en Canadá que en los otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ya que en Canadá el sencillo control de las fronteras facilita la gestión de los flujos migratorios. Y en consecuencia:
La inmigración ilegal no constituye un problema en comparación con la Unión Europea (800.000 ilegales al año) y con Estados Unidos (un millón anual), y la estimación del número de trabajadores clandestinos oscila entre 200.000 y 400.000.
– Aproximadamente, la mitad de los recién llegados han pasado un proceso de selección que convierte a los inmigrantes en la clase más…