La ampliación de 2004 es, junto con la unión monetaria, lo mejor que ha hecho la Unión Europea en los últimos 20 años. Con la ampliación, la Unión ha conseguido extender a más de 100 millones de personas en 10 países de Europa central y oriental el espacio de paz, prosperidad y libertad más duradero, extenso y provechoso de la historia de Europa, y lo ha hecho de forma voluntaria, pacífica y consensuada. Y aunque últimamente Europa se encuentre dominada por la introspección, la fatiga y, en definitiva, una incomprensible falta de fe en sí misma, es muy probable que los historiadores del futuro coincidan en señalar la finalización del siglo XX europeo en la fecha del 1 de mayo de 2004, día en que los acuerdos de Yalta perdieron definitivamente su vigencia.

Como recordaba el luxemburgués Jean Claude Juncker, cuando en diciembre de 1997 el Consejo Europeo dio luz verde al inicio de las negociaciones de adhesión con la primera tanda de países de Europa central y oriental, preguntó a los mandatarios de dichos países dónde se encontraban 10 años antes. La respuesta fue reveladora de lo ocurrido en Europa en tan breve lapso de tiempo. “De ocho”, recuerda Juncker, “seis respondieron: en la cárcel”.

Frente al lugar común, que critica la ampliación en razón de “falta de preparación” y “precipitación”, la realidad es que la ampliación es fruto del trabajo concienzudo y dedicado de muchas personas, entre ellas Pablo Benavides, que nos cuenta en este interesante libro cómo la ampliación se comenzó a preparar con detalle 10 años antes, en 1994, e incluso, siendo justos, inmediatamente después de la caída del muro de Berlín, cuando el presidente de la Comisión Europea Jacques Delors convirtió en un empeño personal la causa del apoyo a los procesos de reforma económica…