El siglo XXI presenta retos bien distintos y complejos de los que tenían épocas pasadas. Dar una oportunidad a que las mujeres lideren la toma de decisiones afrontando los nuevos problemas, locales y globales, desde otra perspectiva, parece necesario e inteligente.

Cuando Michelle Bachelet fue reelegida para su segundo mandato como presidenta de Chile en 2014 se despertó una enorme curiosidad de los medios de comunicación y de especialistas en género. ¿Mandan las mujeres en América Latina? ¿Cómo han llegado tres mujeres, Bachelet, Dilma Rousseff y Cristina Fernández, a la cúspide del poder político en sus países?

El debate por la toma del poder de las mujeres en Latinoamérica no ha hecho más que empezar. ¿Estamos ante un nuevo escenario que avanza de manera imparable hacia la paridad o se trata de un hecho inédito fruto de la coincidencia? ¿Cómo afecta el liderazgo de las mujeres en la lucha contra la discriminación de género? ¿Están las mujeres empoderadas en América Latina? ¿Cómo son estas mujeres líderes?

En un continente marcado por la inequidad, agravada por la persistencia de la desigualdad de género, en el que predominan los estereotipos sexistas, que haya mujeres líderes políticas es muy alentador. Puede tener efectos multiplicadores en otras mujeres, al generar otro prototipo de mujer, fuerte, autónoma, empoderada, lejos de la imagen de mujer víctima y vulnerable, pero también en las políticas públicas y en la dinámica del ejercicio del poder. Y todo ello, sin duda puede repercutir en beneficio de la sociedad y de las democracias latinoamericanas.

Contamos con algunas evidencias que ofrecen respuestas, muestran luces, y otras aún más bien un panorama sombrío…