Las elecciones parlamentarias del 7 de junio en Líbano son un testimonio de la resistencia de la única democracia confesional del mundo. Debido a su gestación como federación de comunidades etnorreligiosas, no puede catalogarse a Líbano como Estado nacional. Las 17 comunidades libanesas, todas ellas protectoras de sus tradiciones y prerrogativas sociorreligiosas, nunca han dejado de ser un “mosaico” confesional sectario para formar un sistema político integrado.
Actualmente, el sistema de gobierno libanés se enfrenta a dos visiones opuestas defendidas por los dos principales bandos: la coalición mayoritaria prooccidental, 14 de Marzo, y la coalición prosiria y proiraní, conocida como 8 de Marzo. La coalición 14 de Marzo que ha ganado las elecciones está encabezada por Saad Hariri, hijo del primer ministro Rafik Hariri, asesinado en febrero de 2005. Defienden una visión política neoliberal basada en el respeto a las libertades básicas y una economía de libre mercado capitalista.
La otra visión, defendida por los partidos chiíes, sobre todo Hezbolá, es la de un Estado de inspiración islamista en el que un liderazgo religioso recibiría sus órdenes de actuación desde Irán. No obstante, la visión de Hezbolá se ve atemperada por su estrecho aliado cristiano, el general Michel Aoun, y su Movimiento Patriótico Libre, que abogan por un Estado laico y por la abolición del sistema sectario en Líbano.
Se considera que los comicios de 2009 han sido los primeros que han despertado una atención regional y global, ilustrada por la presencia de numerosos observadores extranjeros. Estas elecciones reflejaban la lucha de poder que actualmente se libra entre una coalición respaldada por Estados Unidos, que incluye Arabia Saudí, Egipto, Jordania y las facciones moderadas prooccidentales de Oriente Próximo; y las fuerzas contrarias a EE UU, que cuentan con el apoyo de Irán, Siria y Qatar.
Las elecciones también han sido…