A lo largo de la historia de la humanidad, la construcción de los Estados y las naciones ha sido consecuencia de una gran movilidad de poblaciones, ya sea pacífica o violenta, especialmente después de los numerosos conflictos que han provocado éxodos masivos. Líbano ha tenido, al menos en la historia reciente, un destino migratorio como mínimo singular. Como ha señalado acertadamente M. Aouad, “la historia de la formación de Líbano es esencialmente la de un movimiento migratorio”. Líbano, considerado durante mucho tiempo un país de refugio seguro, presenta un mosaico de comunidades religiosas, con una población mixta, y descansa sobre un equilibrio interno frágil que la acogida de refugiados y mano de obra extranjera puede modificar. Además, la configuración geográfica, histórica y social lo coloca en una trayectoria migratoria constante, reforzada por coyunturas regionales e internacionales. Conocido tradicionalmente como el país de emigración por excelencia, Líbano ha adquirido gradualmente la condición de país de inmigración y tránsito. La migración, ahora un fenómeno global, tiene un carácter especial en Líbano, que no escapa al consenso migratorio. No se trata aquí de presentar de forma exhaustiva la historia migratoria de Líbano, sino de ofrecer una visión panorámica de las diversas oleadas migratorias que han transformado profundamente su situación socioeconómica y demográfica, prestando después una atención especial a las empleadas domésticas migrantes.
País de emigración, inmigración y tránsito
Históricamente, Líbano se caracteriza sobre todo por el fenómeno de la emigración, que sigue estando de actualidad en un contexto de inestabilidad política, crisis económica o, a veces, de una economía en recesión. Ha conocido varias oleadas migratorias. Durante el siglo XIX, la mayoría de los cristianos maronitas emigraron a Egipto. Una segunda oleada tuvo lugar desde mediados del siglo XIX hasta la Segunda Guerra mundial. Durante este periodo, cerca de 400.000 libaneses eligieron…