Editorial: Édition du Seuil
Fecha: 2013
Páginas: 976
Lugar: París

Le capital au XXI siècle

Thomas Piketty
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No es frecuente que un economista socialdemócrata francés se convierta en superestrella; mucho menos en Estados Unidos. Esto, sin embargo, es lo que ha ocurrido con Thomas Piketty, autor de Le capital au XXI siècle (El Capital en el siglo XXI). La traducción de este libro gigantesco (casi 1.000 páginas) al inglés ha tenido que ser adelantada. Columnistas como Martin Wolf y Matt Yglesias han escrito reseñas favorables. Economistas de la talla de Paul Krugman, Joseph Stiglitz, y Robert Solow han elogiado la obra de Piketty. El Capital en el siglo XXI está destinado a ser el libro de economía más influyente de 2014.

La razón de su éxito se debe, principalmente, a dos motivos. En primer lugar, el libro de Piketty aborda el reto fundamental de la izquierda en nuestro día: la desigualdad económica. La candencia de este problema es especialmente palpable tras la aparición de los indignados y el movimiento Occupy Wall Street. En segundo lugar, porque Piketty aborda la cuestión tras 15 años de investigación con Emmanuel Saez, de la Universidad de Berkeley y Anthony B. Atkinson, de Oxford. En vez de recurrir a censos de ingresos, la forma más común de medir la desigualdad hasta la fecha, Piketty y sus colaboradores estudian declaraciones de renta y patrimonio durante los siglos XX y XIX. La innovación metodológica es un claro punto a favor del libro.

Este enfoque, además, permite a Piketty centrar su atención en el 1% más rico de la sociedad. Contradiciendo a Simon Kuznets, el economista americano que sostuvo que las economías de mercado se vuelven más igualitarias a medida que se desarrollan, Capital en el siglo XXI sostiene que el aumento de la desigualdad es una condición intrínseca del capitalismo. Aunque las rentas sobre capital descienden a la vez que el crecimiento del PIB –es decir, durante crisis económicas–, Piketty demuestra que las primeras lo hacen en menor medida que el segundo. Como en la Francia del patrón oro, un crecimiento e inflación mínimos pueden ir acompañados de beneficios del 5% sobre las rentas. Es decir, que una pequeña oligarquía ve su calidad de vida mejorar mientras el resto de la sociedad apenas logra mantenerse a flote.

En este contexto, la edad de oro del capitalismo, cuando la inflación moderada, el crecimiento económico, y la construcción de Estados del bienestar redujeron las desigualdades en Europa y EE UU, es la excepción y no la regla. El impacto de dos guerras mundiales destruyó riqueza hasta el punto de permitir la reconstrucción de la sociedad a lo largo de líneas más igualitarias (y equitativas).

Tras cuarenta años deshaciendo el sistema de Bretton Woods, el mundo actual se parece de nuevo al de la Belle Époque, con más desigualdad, menos movilidad social, y el retorno de un capitalismo patrimonial en el que la riqueza queda completamente disociada del mérito. Sólo un tercio de las principales fortunas de Forbes pertenecen a emprendedores, señala Piketty. En España el número de multimillonarios ha aumentado desde 2008; pero esta creciente clase pudiente, si Piketty está en lo cierto, no habrá obtenido su riqueza por méritos propios, como Amancio Ortega. En el mejor de los casos se parecerá al clan Botín; en el peor, al Fabra.

Las soluciones que propone Piketty son sensatas: impulsar un esfuerzo global para perseguir la evasión fiscal, y aumentar la progresividad de los impuestos, de forma que las grandes fortunas paguen tasas marginales mucho más elevadas tanto sobre su renta como sobre su capital. Pero estas posibilidades son poco realistas en una época en la que supuestos socialdemócratas y admiradores de este libro, como el presidente de Francia, se dedican a recortar el Estado del bienestar antes que a protegerlo.

Capital en el siglo XXI no está exento de problemas. La recepción del libro en Francia ha sido mucho menos deslumbrante que en EE UU. El Financial Times advierte de que se está generando una burbuja en torno a la obra de Piketty. Sus tesis son inaceptables para gran parte de la derecha. Tanto Krugman como Robert Kuttner han realizado, desde la izquierda, críticas certeras de algunos aspectos del libro. Pero esto no altera lo esencial. Piketty ha logrado centrar atención sobre la desigualdad como nunca hasta la fecha, y ha contribuido a demoler la hipótesis –hasta ahora dogma–de que la búsqueda de la igualdad y el crecimiento económico son objetivos contrapuestos. Es más que suficiente para justificar la atención que su libro está recibiendo.

 

En Política Exterior 160, Luis Alcaide reseña Le capital au XXI siècle. Puedes acceder a su reseña aquí.