El comercio europeo con los BRICS ha crecido a lo largo de este siglo, aumentando su importancia relativa para la UE, hasta significar el 20,9 por cien del total de las exportaciones extracomunitarias y el 33,7 por cien de las importaciones acumuladas en los años 2012-15.
La superación de la crisis financiera internacional viene acompañada de una serie de acontecimientos que están creando incertidumbre sobre el devenir de la globalización. Tras 16 años no se han logrado avances significativos en las negociaciones de la ronda de Doha; el comercio y las inversiones han perdido brío; los británicos han votado a favor de abandonar el proyecto europeo; y los anuncios proteccionistas de la nueva administración en Estados Unidos están provocando un enorme temor de vuelta al proteccionismo unilateral. Paralelamente, la desigualdad tanto a escala mundial como en el interior de las sociedades, especialmente de las más avanzadas, cuestiona los resultados de la globalización.
En este contexto, la Unión Europea está perdiendo peso en la economía mundial, expresada tanto en términos de capacidad de producción –el PIB promedio anual de la UE ha pasado del 30 por cien aproximadamente en el periodo 2000-09 al 24 entre 2010 y 2015– como en su protagonismo en el comercio mundial –que ha descendido del 38 al 32 por cien en el mismo periodo– según los cálculos realizados a partir de los datos del Banco Mundial. Es momento de fortalecer y encontrar nuevas alianzas económicas, lo que hace especialmente interesante la mejora de sus relaciones con las economías que en los últimos años han protagonizado la transformación de las relaciones económicas internacionales y, además, están llamadas a incrementar progresivamente su peso en el orden mundial, como son los denominados países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica).
En 2050, cuatro de estas economías estarán entre…