La nueva legislatura arranca en Bruselas con enormes retos y oportunidades para el proceso de integración. Dedicamos nuestra sección de Estudios a abordarlos, fieles a la vocación europeísta que Política Exterior ha desarrollado desde que nació en 1987, justo cuando España se incorporaba a las Comunidades Europeas.

Una manera sucinta de explicar lo que está en juego es afirmar que nunca ha sido tan necesario fortalecer las políticas europeas, al tiempo que se añaden otras nuevas, pero nunca ha sido tan difícil dar estos pasos, en especial en el terreno de la seguridad y la defensa.

El crecimiento de los movimientos nacionalistas y populistas en todos los Estados miembros complica la puesta en marcha de las propuestas recogidas en informes como los de Enrico Letta o Mario Draghi, que hacen valiosas sugerencias para los próximos años. Pero la mayoría de los ciudadanos en los 27 Estados miembros están a favor de una mayor integración, y corresponde a los dirigentes comunitarios y nacionales atender esta demanda política.

Dos grandes cuestiones muy relacionadas entre sí permitirán medir el progreso en estos cinco años. Por un lado, la financiación de las políticas europeas, que debe aumentar para atender a asuntos de enorme envergadura, como la puesta en marcha de una verdadera política industrial europea. Esta ha de incluir el lanzamiento de una industria de defensa continental, condición sine qua non para que la UE adquiera mayor peso geopolítico en una era de las rivalidades que va a más. Las transiciones digital y verde, ya en marcha, también requieren una financiación adecuada, entre otras cosas para atender a sus consecuencias sociales.

La segunda gran cuestión serán las ampliaciones pendientes a los países candidatos de los Balcanes occidentales y a Ucrania y Moldavia. Para que el crecimiento en número de miembros redunde en beneficio del…