En las últimas dos décadas, el avance de la participación política de las mujeres en América Latina ha sido espectacular. La región, sin embargo, registra las mayores tasas del mundo en violencia contra las mujeres y mortalidad maternal a causa de abortos ilegales.
Dibujada desde hace tiempo en la mente de muchos por las crisis económicas, el machismo y el tradicionalismo católico, la América Latina de hoy desafía cualquier estereotipo. El continente ha capeado la recesión que estalló en Estados Unidos en 2008, mientras muchos otros países –incluido el gigante norteamericano– tropezaban. El protestantismo evangélico se extiende y gana la partida a la grey católica, al tiempo que desafía la doctrina tradicional del catolicismo sobre el papel de cada sexo. La mujer ha hecho incursiones de enorme peso en espacios tradicionalmente dominados por los hombres –salas de conferencias, tribunales y palacios presidenciales– en todo el continente. El progreso de las mujeres en el escenario político ha sido tan rápido que ha alcanzado cifras con las que en otras partes del mundo solo pueden soñar.
Pese a los impresionantes avances en el ámbito del liderazgo y la élite política, la situación de las mujeres de a pie en otras facetas de la vida sigue plagada de dificultades que tienen su origen en la discriminación por género o que, por alguna otra razón, afectan a las mujeres de manera desproporcionada.
Poder político en femenino
Las mujeres de América Latina y el Caribe han dado pasos de gigante hacia el liderazgo en todas las esferas. Hace poco más de una década, The Inter-American Dialogue publicó un informe acerca de un congreso de mujeres políticas en el que se concluía que en América Latina y el Caribe “las cúpulas del poder siguen dominadas por hombres”. Pero esto ha cambiado. En 2007, Michelle Bachelet,…