Europa tiene ante sí dos políticas de proximidad. Una, ante sus límites del Este. Otra, ante sus límites del Sur. Quien piense que Europa puede ser una isla de progreso rodeada de un mar de inquietud y desamparo, no comprende nada de lo que pasa.” Estas eran las palabras pronunciadas por el ministro Fernández Ordóñez el pasado día 28 de noviembre en Madrid, durante el acto de presentación del libro “Los movimientos humanos en el Mediterráneo occidental”.
Un año antes, justamente el día que se clausuraba el simposio internacional que ha dado pie a esta publicación, caía el muro de Berlín. La problemática migratoria comunitaria se ha visto en tan corto plazo desbordada ante la avalancha de las oleadas provenientes del Este. Según las últimas previsiones de la Comisión –octubre 1990–, se estima que en un par de años sólo la inmigración surgida de la URSS representará en la Comunidad Europea unos cinco millones.
No todas las zonas estarán igualmente afectadas. Alemania, que actualmente cuenta con 4,1 millones (1987) de inmigrantes, está considerando la solución de liberarse de un par de millones de sus actuales inmigrantes –turcos y yugoslavos en su mayoría– para dar paso a los inmigrantes de origen alemán –los “aussiedler” – provenientes de los países del Este.
Si bien la preocupación actual de la Comunidad Europea está centrada en la Europa del Este, no se puede obviar la problemática desencadenada por el Sur. Estas oleadas migratorias representan en algunos países varias generaciones, y en los últimos años se han hecho patentes también de forma creciente en los países de la Europa del Sur. Bajo esta perspectiva no hay duda que el Mediterráneo representa actualmente, a nivel mundial, una de las fronteras demográfica, económica y cultural más dramáticas.
Esta fue la idea que impulsó al Instituto Catalán de…