En las últimas décadas, la economía española ha aumentado notablemente su grado de integración con el exterior, todo ello en un contexto de intenso avance en la integración global. En esta integración, en especial la financiera, la región latinoamericana cobró singular relevancia.

Las economías latinoamericanas fueron pioneras, en el conjunto de los hoy denominados países emergentes, en lanzar acuerdos comerciales de integración a semejanza del iniciado en la década de los cincuenta en Europa. Ya en 1960 se creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc) con el objetivo de eliminar todas las restricciones, cupos y gravámenes al comercio de bienes entre los Estados miembros en un plazo de 12 años. Sobre este marco general se fueron superponiendo distintos tratados comerciales bilaterales o multilaterales entre países de la región que debían lograr el mencionado objetivo último e incluso avanzar en una mayor liberalización en otros ámbitos, como el comercio de servicios. Sin embargo, 50 años después la eficacia de estos acuerdos ha sido limitada, de modo que el comercio intrarregional no se ha elevado del mismo modo que en Europa, y las economías latinoamericanas no han registrado un avance en su apertura comercial y financiera como el registrado en el viejo continente o en otras zonas emergentes como Asia.

La reprimarización de las exportaciones latinoamericanas

Precisamente los nuevos socios comerciales asiáticos de América Latina son economías caracterizadas por tener un elevado consumo de materias primas en sus procesos productivos, lo que podría consolidar un modelo exportador basado en dichos bienes que, como la historia parece demostrar, puede en algunos casos ir en detrimento del de­sarrollo de otros sectores más dinámicos y, en última instancia, limitar las posibilidades de crecimiento.

En efecto, América Latina ha sido tradicionalmente una región exportadora de materias primas, característica que se ha agudizado en el…