La coincidencia de un enorme deterioro de las exportaciones españolas con el primer año de la incorporación de España a la CEE, como miembro de pleno derecho, ha alimentado opiniones tales como ?una factura inicial inevitable? que hay que asimilar.
La exportación total de bienes y servicios en 1986 aumentó en volumen un 1,1 por 100, mientras que las importaciones totales de bienes y servicios aumentaron, también en volumen, un 16 por 100. Si hacemos abstracción de los servicios, en los que predomina abiertamente la importante expansión de la actividad turística y excluimos también el tráfico de petróleo, queda al descubierto con toda crudeza el sector productivo agrario e industrial que observa cómo sus exportaciones registran un descenso real del 7,5 por 100 o del 8,7 por 100 si nos ceñimos a las manufacturas. Esta caída de las exportaciones no tiene precedente en la historia económica reciente en España. En cambio, las importaciones no petrolíferas aumentaron durante el año pasado un 24 por 100 en volumen; es decir, multiplicaron por cuatro el ritmo de aumento de la demanda interna. Los datos disponibles para los dos primeros meses de 1987 reflejan claramente una continuación de esta tendencia.
La coincidencia de este enorme deterioro en nuestras transacciones comerciales externas con el primer año de la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea, como miembro de pleno derecho, ha alimentado opiniones tales como “una factura inicial inevitable” que hay que asimilar. En efecto, el proceso de reducción o eliminación de contingentes, el inicio del desmantelamiento arancelario y la supresión, con la introducción del IVA, de la Desgravación Fiscal a la Exportación y del Impuesto de Compensación de Gravámenes Interiores aplicados a las importaciones, han sido algunas de las exigencias de liberalización comercial que lleva aparejadas nuestra condición de socio comunitario y…