Dentro de poco tiempo, en 1992, el Viejo y el Nuevo Mundo celebrarán el V Centenario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Este acontecimiento hizo cambiar a Europa, marcó el conocimiento del desarrollo económico, llevó a la revolución industrial, abrió amplias rutas mercantiles entre la metrópoli y las colonias, permitió la acumulación de capital y, en general, influyó en el desarrollo del comercio y la investigación.
El año 1992 puede ser para nosotros igualmente importante, especialmente para España, ya que será el año de la Olimpiada de Barcelona y de la Exposición Mundial de Sevilla –la exposición de mayor magnitud e importancia celebrada hasta ahora. Madrid será la capital cultural de Europa. Y finalmente, se creará el mercado único europeo, hecho de gran importancia tanto para el Oeste como para el Este.
Los expertos soviéticos han evaluado –ya veremos si se equivocan y en qué grado– que, a raíz de la integración europea, el crecimiento del PNB será del 6 por 100. El empleo crecerá y el número de nuevos puestos de trabajo aumentará entre seis y ocho millones. En consecuencia, esto originará la concentración de capital, lo que supondrá el crecimiento del nivel tecnológico.
Es cierto que Roma no se ha construido en un solo día, y el Tratado de Roma, con treinta años de existencia, confirma la verdad de este dicho, ya que muchas de sus resoluciones no han sido llevadas a la práctica hasta el día de hoy. No obstante, en 1993, el nivel de la integración del mercado europeo alcanzará con toda seguridad el punto crítico que hará este proceso irreversible. En nuestro caso, también se están desarrollando procesos de integración.
Seguramente recordarán que, en el verano del pasado año, en Praga, la LXIV Sesión del CAME aprobó el programa de distribución internacional del trabajo…