Como en tantas otras cuestiones internacionales, Josep Piqué fue de los primeros españoles con influencia social en darse cuenta de lo que entrañaba el espectacular crecimiento económico chino. Aceptando como correctas las dos explicaciones comunes, la superación del “Siglo de Humillación” o la legitimación social del Partido Comunista, el editor de la revista Política Exterior pronto alertó de que, para China, convertirse en la primera economía del mundo era la vía para volver a ser el “imperio del centro”, el centro del mundo.
Solo tres semanas antes de su muerte, el 12 de marzo de 2023 publicó un artículo bajo el título “¿Es China capitalista?”. En este su último artículo, volvía sobre un tema que le ocupó durante los últimos años, y que ya había tocado en su libro, El mundo que nos viene, publicado en 2018. La cuestión que, en último extremo, se planteaba un antiguo ministro de Exteriores era, ¿puede un capitalismo de Estado, muy diferente al modelo occidental, llevar a China a prevalecer globalmente? Es probablemente la pregunta estratégica más relevante para los próximos años, quizá décadas. El propio Xi Jinping se la hace, o al menos se la hacía. En una escala en territorio español hace ya años, la conversación con la representante del gobierno que le rendía honores protocolarios derivó a la tópica pregunta: ¿qué le mantiene a usted despierto por las noches? La respuesta del secretario general del Partido Comunista chino fue muy ilustrativa: la trampa del ingreso medio.
Muchos han dado por hecho el adelantamiento económico primero y geopolítico después de China sobre Estados Unidos. No era, ni es, una hipótesis descabellada a la vista de la diferencia de población, las tasas de crecimiento económico y el avance chino en las principales tecnologías. Pero no puede darse por hecho. Josep Piqué nunca…