La decisión de Yeltsin de disolver el Parlamento fue algo parecido a un golpe de Estado; para otros su decisión estaba justificada, ya que disfrutaba de la legitimidad dada por las elecciones de 1991 y el referéndum de 1993.
La decisión de Yeltsin de disolver el Parlamento fue algo parecido a un golpe de Estado; para otros su decisión estaba justificada, ya que disfrutaba de la legitimidad dada por las elecciones de 1991 y el referéndum de 1993.