La tradicional enemistad entre naciones vecinas ha sido el punto de arranque de la guerra a la que asiste Europa. Desde las primeras menciones de Bosnia-Herzegovina, en el siglo XII en fuentes bizantinas, hasta estos últimos días del siglo XX se ha visto cómo las luchas étnicas eran características de estos territorios.
Una introducción histórica es imprescindible para intentar comprender la vergonzosa tragedia que se desarrolla en nuestra Europa, en la ex Yugoslavia. Porque en estos países, como en todos los que padecen frustración política y miseria económica, el reflejo de esplendores históricos reales o soñados es factor formidable y desmesurado de los conflictos de este momento.
El actual territorio de la República de Bosnia-Herzegovina, fijado en la Yugoslavia de Tito, se sitúa desde los albores de la historia en el epicentro de la zona conflictiva que conocemos convencionalmente como Balcanes, por discutida que sea su delimitación. Sin remontarse más atrás, es la frontera conflictiva entre Roma y la neo-Roma, Constantinopla, entre las iglesias y culturas católico-romana y bizantino-ortodoxa, entre el Imperio Otomano y el Occidente europeo, y finalmente la tierra de nadie durante la larga guerra fría. Esta confrontación histórica permanente se mantiene en un escenario asimismo casi constante de migraciones de docenas de pueblos, normalmente en la forma de conquista violenta, orlada de carnicerías, saqueos, violaciones, deportaciones en masa y exterminio de poblaciones enteras.
Períodos de pax romana, turca, habsbúrgica o titoísta son breves y excepcionales. La tragedia reside en que tras la catástrofe de la última guerra mundial y la posterior congelación de la guerra, parecía imposible que en Europa se regresara a la barbarie consuetudinaria.
A efectos de este estudio, las primeras menciones de interés sobre Bosnia-Herzegovina son las que hacen sobre todo fuentes bizantinas en el siglo XII, cuando hablan de jefes de clan en…